La falta de sueño, las camas inhóspitas de los hoteles, la soledad después del bolo, los peligros que conlleva la noche, las largas esperas en aeropuertos que se convierten en celdas, la imposibilidad de llevar una vida familiar más o menos convencional. Factores que el público no percibe una vez el DJ llega a la cabina y se pone a pinchar a altas horas de la madrugada, pero que están presentes en la vida de un artista que no para de pinchar en diferentes países, en distintos usos horarios y lejos de su casa.