Luke Brett Moore, un veinteañero australiano que había perdido su trabajo a causa de un accidente de tráfico, recibió por error de su banco una línea de crédito ilimitado. ¿Avisó del evidente fallo que había cometido su entidad bancaria? ¿Se resignó a pasar los lunes al sol y mal nutrirse con una dieta diaria de macarrones sin salsa? No, todo lo contrario. Ni corto ni perezoso se lanzó a una carrera de gastos desenfrenados que incluía coches de lujo, barcos, alcohol, cocaína y strippers.