Que sí, que nuestros padres vivieron mucho mejor que nosotros. Que gozaron, entre otras cosas, de estabilidad laboral y familiar, ingresos boyantes, segunda residencia, buenas prestaciones y una jubilación a lo Amancio Ortega. Pero algo malo tenían que tener. Por ejemplo, el rock pureta que se metían entre oreja y oreja. Ya, ya sé que no era rock’n’roll, pero a ellos les gustaba y a nosotros nos asustaba.