Arthur Ashe jugaba al tenis y lo hacía tan bien que hoy en día sigue siendo el único negro en ganar Wimbledon. Antes de llegar a eso, su primera final, a los 12 años. Él, que era muy bueno, fue poco a poco pasando rondas hasta plantarse en la final. La perdió sin dar un raquetazo, sin lesionarse, sin ningún problema de agenda. La perdió porque era negro y no querían darle un título a una persona de su raza. Caería muchas veces más, porque el deporte implica la derrota, pero fue la única vez que la causa fue el color de su piel.

Nunca te han enseñado a jamás rendirte? Ese es el mensaje que te dejará este impactante vídeo! Se trata de la transformación de Arthur.

Para buena parte de las mitologías, incluidos los mitos bíblicos y los mitos hebreos, el verdadero nombre de Dios es secreto. No es un nombre oculto. Tampoco es inaccesible o indescifrable: está hecho de signos. [...] Existen muchas historias acerca de la búsqueda del verdadero nombre de Dios, pero una de ellas se destaca del resto por su exquisita originalidad. Hablamos de Los nueve billones de nombres de Dios, relato fantástico de Arthur C. Clarke (1917-2008), publicado en la edición de febrero de 1953 de la revista pulp Star Science Fiction.

Bea Arthur, una de las inolvidables ‘Chicas de oro’, ha visto cumplida su voluntad siete años después de su fallecimiento. La organización Ali Forney Center ha anunciado la apertura de un albergue para adolescentes LGTB sin hogar, financiada gracias al dinero legado por la actriz en su testamento para esta labor. La residencia Bea Arthur abrirá sus puertas en febrero de 2017. El edificio servirá para paliar la crisis que sufre la ciudad de Nueva York, en la que se estima que hay unos 20.000 jóvenes sin hogar.

Es un tópico que la buena ciencia ficción no tiene por qué predecir bien el futuro, sino simplemente imaginar otros mundos (otras dimensiones, otros futuros, otros planetas) y que resulten verosímiles desde un punto de vista científico o, al menos, realista. Por supuesto esta definición es sumamente elástica y a menudo consideramos ciencia ficción la parcela de la fantasía donde la magia no existe, y aún así esa regla se rompe a menudo.

Syfy acaba de anunciar su intención de adaptar 3001: Odisea final, la conclusión a la saga espacial de Arthur C. Clarke tras sus anteriores novelas: 2001: Una odisea espacial, 2010: Odisea dos y 2061: Odisea tres. Stuart Beattie se encargará de la adaptación, con Ridley Scott anunciado como productor para este relato que enlaza su historia con la de la primera novela. De momento se desconoce la extensión de esta miniserie. En el comunicado de Syfy señalan que cuentan con la bendición de los herederos de Kubrick, así como los de Clarke

Escocia, en el verano de 1836. Era junio y un grupo de muchachos que residían en Edimburgo salieron a cazar conejos por los alrededores de la capital, llegando hasta un volcán inactivo rodeado de varias colinas, una de las cuales (la principal, con una altura de 251 metros) es conocida con el nombre de Arthur’s Seat (El asiento de Arturo). Uno de los conejos que perseguían se escondió tras una roca y al apartar ésta, los muchachos pudieron observar que la piedra escondía la entrada a una cueva de la que desconocían la existencia.

En septiembre de 1985 debutaba 'Las chicas de oro' (The Golden Girls) en NBC. Han pasado ya treinta años de esa fecha, en la que comenzó la andadura televisiva de una comedia que conquistó los corazones de millones de espectadores con las divertidas e irreverentes historias de sus cuatro protagonistas.