En el trato social existen heurísticas bastante sencillas para identificar de qué palo va un interlocutor. Ciertas palabras o expresiones actúan como marcadores que permiten hacer deducciones. Uno de los que más me gustan, por todo lo que muestra, es la declaración emocionada, convencida y vociferada, que dice así: “¡yo no soy machista!”. No tiene ni por qué llevar un “pero…” detrás. No es necesario. Y, normalmente, alguien que dice eso se enfadará mucho cuando le muestres ejemplos de su propio machismo.