La luna que observamos estos días desde Vigo tiene una luminosidad especial. Belleza que compite con la estampa que deja el sol cada vez que se pone tras las islas Cíes. Un hermoso duelo cuya última batalla se libró al anochecer de este pasado martes.Y es que, si el cielo de la urbe olívica cuando se acuesta un astro, mientras el otro trasnocha es casi siempre un espectáculo, en el ocaso de este lunes y en la madrugada del martes, tanto el sol como la luna se gustaron más de la cuenta.
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Y sí lo he visto en los dos sitios, y no entiendo que el presidente del PSOE andaluz llamase tan alegremente a alguien tontopollas cuando en ambos sitios es precioso.
No veas lo raro que me sentí la única vez en mi vida que pasé una tarde en una playa valenciana.
Me recuerda a una pareja hace bastantes años en Torremolinos que preguntó a qué hora se ponía el sol en el mar, los dos bien vestiditos para hacerse fotos de boda.
No lograron comprender que el sol se pone por las montañas y no en el agua
Una tarde de playa va asociada al lento descenso del sol sobre las Cíes, hasta que empieza a rozarlas y es hora de recoger. Estar en la playa con el sol yéndose por mi espalda me dejó desconcertado.
A los gallegos no nos sorprenden con puestas de sol.