Tenemos profesionales (¿profesionales? digamos mejor dependientes) de la política, que no saben hacer nada más que calentar esa silla y desde allí arriba repartir dinero y cargos no sólo a sus allegados y compinches, sino también a los poderes que los auparon a esa silla. Y no es que no quieran soltar esa silla porque no conozcan otra cosa a la que dedicarse que la política. Con las pensiones vitalicias que ellos mismos se aseguran, y consejos consultivos o consejos de administración en los que continuar, ya tienen la vida asegurada. El problema es que no pueden perder esa silla frente a quien no les deba nada. Porque debajo de esa silla hay una alfombra. Y el siguiente que venga la puede levantar.
Indignación mayúscula cada vez más. Lo que dice #4 yo no llamaría dramatización sino puta realidad. Y luego se llenan páginas y minutos para debatir si un Sr de la calle llamado Monedero cometió o no un error técnico en su declaración. Que no ha habido recortes en sanidad, oigan. Que la reforma laboral no ha abaratado el despido, oigan. Que no se ha pagado las obras de Génova con dinero negro, oigan, que eran los arquitectos. Que la segunda ya tal, oigan. Y viva España coño. Que hay que defender la bandera, que tantas alegrías nos ha dado. Miren, miren la roja.
Que asco de sociedad.