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Los estragos culturales del maniqueísmo social y el sectarismo político

Es un mensaje tonificante dados los tiempos que vivimos, en donde todo tiene que ser de un color o su opuesto, sin advertir que la gama de grises cubre un amplio espectro entre lo negro y lo blanco. Los hechos alternativos y la posverdad abonan una radical polarización política cuyas consecuencias resultan absolutamente nefastas, al estigmatizar lo diferente y cuanto cuestiona la hegemonía imperante. Uno tiene que ser progresista o conservador sin matices y en todos los ordenes de la existencia, como si fuéramos impermeables a los argumentos...

| etiquetas: maniqueísmo , sociología , política
  1. Creo que se está exagerando la importancia de la gente más estúpida que pulula por redes sociales, foros (como MNM), etc.

    El problema no son esos imbéciles sectarios, sino los que le hacen caso tomando las medidas de castigo que piden en manada, como tontos útiles que son. Ese es el problema. Y no hace falta mirar muy lejos para verlo ¿verdad?
  2. El autor, que cita filósofos de forma ilustrada, utiliza el significado católico de la palabra "maniqueísmo", en una clara evidencialización de su ignorancia al respecto y con ello, mostrando un sesgo muy cristiano.
    Mani creó una religión que afirmaba que todos los dioses son lo mismo y que las religiones solo separaban de tal "bien" común.
    Justo lo contrario del significado católico y usado en el artículo.

    Respecto del texto en su conjunto. Lo cierto es que el partidismo extremo, el fanatismo, hunde sus raíces en el tribalismo, que a su vez no deja de ser el desconocimiento del otro y la defensa ciega de lo propio.

    Ciertamente juzgar a Colon (pongo por ejemplo) con los criterios morales actuales no es muy correcto, pero no podemos olvidar que su contemporáneo Bartolomé de las Casas ya le consideraba un sádico asesino y ladrón. Un delincuente sanguinario. Es por tanto muy razonable denostar su memoria hoy y tomarlo como el genocida que fue. Mantener idealizada su figura no es aceptable hoy como tampoco lo era hace 525 años.

    Me comentaba el otro día un amigo historiador que la labor del historiador no deja de ser asimilable a la de un periodista, con todas las luces y sombras que tales periodistas presentan hoy.

    Respecto del partidismo ciego... yo seré más radical cuanto más radical muestre ser el fascismo. No puedo dejar de considerar que la medida del bien y del mal, de la ética y la moral, es la declaración universal de los derechos humanos. Es al cabo el mínimo común denominador de las relaciones sociales consustanciales a nuestra especie. Soy radical por tanto en combatir a quienes denosten o ninguneen o se pasen por el forro de los cojones tales principios comunes.
    Y los fachas los combaten, posicionándose así como delincuentes inmorales y un peligro social al que el propio artículo 30 de la declaración me obliga (y también a ti) a intolerar.

    Y, naturalmente, a cualquier izquierdista que obre igual que un fascista.
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