Desde hace años existen dos Españas cada vez más opuestas desde el punto de vista del tratamiento impositivo a la riqueza, y esa realidad también salta a la vista de los inversores extranjeros. El análisis de la llegada de capitales foráneos a nuestro país muestra cómo estos rehúyen, con creciente intensidad, a las autonomías que se caracterizan por castigar impositivamente la posesión o transmisión de la riqueza, a través de altos tramos de IRPF, o la aplicación sin apenas bonificaciones de los tributos de Patrimonio, Sucesiones y Donaciones.