La última vez que el país había dejado de pagar sus deudas con el extranjero fue durante la Revolución Rusa, cuando los bolcheviques se negaron a reconocer las obligaciones del zar en 1918. Más de un centenar de años y el derrumbe de la Unión Soviética después, el Gobierno de Vladímir Putin ha incurrido en una nueva suspensión de pagos más simbólica que efectiva, pues la nación ya había sido marginada por gran parte de los mercados financieros internacionales desde que comenzó la ofensiva sobre Ucrania y, con ello, una avalancha de sanciones.