Los efectos de una mala alimentación en la infancia y otros hábitos de vida perjudiciales empiezan a evidenciarse a los 20 años, edad a la que se han comenzado a detectar problemas de salud propios de personas mayores, entre los que se incluyen cáncer, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Emilia Gómez Pardo, nutricionista y doctora en Bioquímica y Biología Molecular, cree que en los primeros años se siembra lo que en dos décadas puede ser una cosecha demoledora para la salud. Y apunta a la responsabilidad individual p