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La lavadora de libros para la desinfección automática de libros u objetos similares
La “lavadora de libros” es un aparato para la desinfección automática de libros, cuadernos u otros objetos similares que comprenden una serie de hojas encuadernadas, y dispuestos para llevar a cabo esta operación automáticamente y de manera muy completa, hoja por hoja., fue patentada en 1934 por los inventores franceses Jean Baptiste Faucher y Camille Reduron para limpiar y desinfectar los libros.
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Desde el BOE hasta protocolos municipales están adoptando un estándar de 10 días, así de generoso porque muchos recubrimientos llevan plástico (por ejemplo, un barniz) y el virus permanece durante unos 9 días.
A los libros no hay que echarles nada nunca. Como mucho, sacarles el polvo y no dejarlos en sitios húmedos y/o cálidos.
Mi abuelo que fue cirujano allá por los años 20-50 del siglo pasado parece que siempre lo comentaba - decía mi abuela - aunque no tenía pruebas como tales los tenía en su punto de mira. En la época las estancias hospitalarias eran muy largas y los pacientes leían muchos libros de segunda mano, que al terminar, sus familiares intercambiaban por otros, muchas veces a la puerta misma de los hospitales, donde había lugares de intercambio de libros igual que podía haber de compra de flores. Eran libros que habían pasado por decenas de manos, muchas enfermas, hiper ajados y manoseados.
Porque en esa época los libros leídos no acababan en las estanterías, sino en circuitos de intercambio donde dejabas dos y te llevabas uno y así.
Incluso cuando son muy antiguos y llevan tiempo sin abrir pueden ser peligrosos, los historiadores y conservadores manipulan los ejemplares antiguos con guantes y no solo para garantizar su conservación, se pueden coger algunas enfermedades importantes.
El libro antiguo (el considerado como tal por los cánones) si no tiene una buena conservación, puede llenarse de hongos (entre otras cosas). Muchos de ellos se llenan de ácaros y bichos que se alimentan de la lignina del papel (papel que al degradarse con el tiempo huele a vainilla). Es mejor manipularlo siempre con guantes, cuando sea posible, también para protegerlos de la grasilla de nuestra piel. Y también lavarse las manos tras su uso.
Hay más artículos y mejores, pero como muestra, un ejemplo: actualidad.rt.com/ciencias/view/52073-libros-letiferos-mayores-diez-an
Pillarse una enfermedad con libros viejos no es imposible, una amiga profesora se pilló un sarpullido en la cara por un hongo de un periódico en un archivo en México por ir sin guantes, se tocó la cara y tuvo que estar con antibióticos. Yo he pasado una infección de garganta por culpa de los libros viejos y hasta cuando voy a revisar algunos lotes me pongo mascarilla (guantes no siempre porque supuestamente me lavo las manos y no toco nada que no estuviera ya "contaminado" por ser del mismo lote).
Yo ahora no recuerdo la referencia, pero hay casos de historiadores y conservadores relevantes que han vivido con achaques importantes provocados por enfermedades derivada de la consulta de algún ejemplar de estos que mencionamos. En algún caso también me han hablado de bajas prolongadas y tratamientos antibióticos muy fuertes para poder curarse.
Pero vamos, que debe ser leyenda urbana porque la misma historia me ha llegado en distintas versiones. Vamos, como el perro, Ricky Martin, la mermelada, y el armario, jajajaja...