No puedo casarme con mi robot, porque casarse es cosa de dos, y aquí no hay dos: el robot no es un sujeto que pueda adquirir el compromiso que significa casarse. Igual que no puede contratar a nadie, ni solicitar un préstamo, ni comprar una vivienda (obviamente, cuando el robot hace estas cosas por delegación del humano, la acción se atribuye al humano, no al robot; exactamente igual que no atribuimos un asesinato a la pistola o al cuchillo).
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Es como si a finales del XIX alguien preguntase ¿puedo interactuar con una pantalla? menuda gilipollez ¿no? casi al nivel de ir a la Luna, a lo que iba, si una red neuronal puede tener libre albedrío y sentimientos, ¿podría casarse con un humano? véase la película HER, por ejemplo, y lo curioso es que de ir los avances al ritmo al que van quizá pase mucho menos tiempo que el que pasó de los hermanos Wrigth al Apolo XI.