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Los premios Nobel de literatura —no hablemos ya de los de la Paz— siempre fueron asunto polémico y politizado. Hace unos años el galardón literario se le concedió a Patrick Modiano, autor de una sola novela que se repite, una y otra vez, en toda su extensa obra. En 2010 se le concedió a Mario Vargas Llosa, un gran escritor que, curiosamente se ha ido haciendo mediocre (y hasta plagiador, véase el artículo de Enrique Serbeto sobre La fiesta del chivo) conforme se hacía más reaccionario...
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"El motivo es que Handke criticó, con toda la razón, el informe mediático occidental contra Serbia que preparó las guerras de Bosnia (1992-1995) y Kosovo (1999). Sin aquello nunca habríamos llegado a comprender que las bombas de Javier Solana explicadas por el infame Jamie Shea, eran necesarias y humanitarias, que la agresión de la OTAN violadora del derecho internacional iba destinada a prevenir el genocidio. Por eso, su publicación, en enero de 1999, del texto Gerechtigkeit für Serbien (“Justicia para Serbia”) lleno de buen sentido, fue el escándalo literario del año en el mundo germanoparlante. Algo parecido le sucedió a Régis Debray en Francia, con su Carta de un viajero al Presidente de la República (1999). Ovejas negras que desentonaban en el rebaño. Notas que desafinaban en la disciplinada y gregaria orquesta."
De camino se creó un estado fantoche como Kosovo y ahora, visto en perspectiva, muchos de los que apoyaron la intervención de la OTAN han decidido que calladitos están más guapos.
El pueblo serbio vivió 20 años reprimido por Milósevic y sus criminales que cometieron masacres en la antigua Yugoslavia, pero además de sufrir las mismas masacres a manos de sus vecinos, y de ser expulsados por centenares de miles de la krajina o de kosovo, siguen sin tener casi ningún reconocimiento internacional.
Pero a lo largo de los años he ido leyendo más, contrastando cosas y también viajado por la zona. Y la forma de enfocar y entender el asunto me cambió radicalmente. Incluso me hizo sentirme un poco tonto.
Y eso te lo digo sin valorar ninguna de las cosas que comentas.