Sin trabajo, sin prestaciones por desempleo, con tres niños y con una hipoteca que alcanzó los 700 euros al mes, perdieron su vivienda. El banco aceptó la dación solo al ver que el piso valía más que la deuda: "Teníamos un piso en el Grao muy bueno", explica Mayte Pérez, "con una hipoteca de 90.000 euros pero en el que habíamos invertido 30.000 euros en reformas. Era una cucada, con todo tipo de detalles como la bañera de hidromasaje". Son una de las familias de Castellón a las que la Generalitat les ha concedido un piso de alquiler social...
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Esta gente no quería dejar el piso, se han visto obligados, pero si cambia su situación económica han hecho lo correcto, entregar las llaves y marcharse a otro sitio, hasta que la suerte ha vuelto a cambiar.
Me alegro mucho por ellos, pueden rehacer su vida.