Casi un año después, una investigación en distintas localizaciones del mundo ha mostrado que el caso Khashoggi no solo no fue un accidente, sino que hay una estrategia de secuestro, repatriación y en ocasiones asesinatos para aquellos que son considerados enemigos del estado. Estas persecuciones se han incrementado desde la llegada al poder de Mohammad bin Salman (príncipe heredero) en 2017.
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