En tiempos pasados, donde los Betamax y los VHS reinaban sin rival en los hogares, cada noche de cine era un momento muy especial. No sé si podría llamarlo ritual o sencillamente costumbre. Las excursiones al videoclub, con sus estantes llenos de cintas con estimulantes carátulas y un sinfín de posibilidades, me invadían de ilusión durante aquellos minutos, a veces horas, navegando entre los pasillos, debatiendo conmigo mismo sobre qué película sería la elegida para esa noche.
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Eres muy viejo si lo entiendes.
Entiendo que el formato físico, por ejemplo en videojuegos, no tiene sentido, al ser prácticamente un instalador o un código de descarga lo que va en el disco, o una versión día 1 sin los posteriores parches que mejoran mucho el producto... pero cuando todo depende de la plataforma digital, los precios suben.
Y adiós a la segunda mano.
Por cierto, los podrían usar como material de construcción