Daba igual que el termómetro marcase 42 grados, un récord para la ciudad eterna, convertida más bien en un monumental brasero. La fontana de Trevi, los alrededores del Vaticano o el Coliseo, donde vagaban dos almas en pena alemanas a las 15.37 del martes, punto exacto de la canícula más pronunciada. “Hemos comprado los billetes hace siete meses. ¿Le parecería normal que nos quedásemos en el hotel?”.
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Es que a ver, señores
guiripollasturistas, yo sé que ustedes son de comer algo ligerito a las 12 y seguir con la jornada de turismeo, pero eso ahora no se puede.Ahora, nos levantamos tempranito, turismeo y a eso de las 12 o 12:30 a más tardar, estamos en el hotel con las cortinas echadas (sí, eso es una cortina, luego les explico cómo funcionan), aire acondicionado si lo hubiera, si no se pillan un ventilador, si no tratan de provocar alguna corriente pero con las cortinas echadas.... Se dedican a un librito, a hablar, a descansar, a ver Tele Kartofeln y ya a eso de las seis y media o siete, se vuelve a salir a la calle otra vez y hasta bien entrada la noche ¡Ya verán lo animada que está la ciudad!
Lo que no es normal es que gran parte de las visitas turísticas se concentren entre las 10-11 de la mañana y las 6-7 de la tarde. En Italia parece que no les gusta empezar el día pronto...ni acabarlo tarde. Aparte de las visitas concertadas que ya teníamos (y que no podíamos cambiar de fecha ni recuperar el dinero) todo lo que vimos por nuestra cuenta fue muy temprano o casi al caer la noche, pero a esas horas los monumentos están cerrados y tan solo puedes ver la mayoría por fuera.