La pesca proliferó durante siglos, pero el «efecto llamada» terminó por agotar las existencias de esta especie en los años 60 y todo se vino abajo. Hoy el cementerio es el testigo de aquellos avatares de connotaciones históricas.
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También me gusta Cataluña.
Y me encanta el País Vasco.
Y, conste, también mi Murcia.
Y digo yo... ¿no podemos llegar a un acuerdo para echarnos unas cervecillas en ésta nuestra Iberia?