En Halloween de 2023, la Biblioteca Británica sufrió un ciberataque masivo que hizo que su presencia en Internet fuera inexistente, que el acceso a sus colecciones quedara deshabilitado e incluso que su wifi quedara frito. Además, el ciberataque también puso en manos de un tercero los datos personales de los usuarios de la Biblioteca Británica, pero sobre todo de su personal. Durante la última semana de noviembre, se subastaron imágenes de los datos robados en la dark web, a la venta a quien estuviera dispuesto a pagar 20 bitcoin.
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Seguro que @Jakeukalane también habrá notado que hace ya mes y medio que la web de la British Library no está operativa.
#0 pensé que ya estaría resuelto el problema
No es por casualidad que un ente que puede navegar y modificar la red llegue a esa conclusión, ya que el conocimiento de la humanidad debe ser preservado.
La perdida de la biblioteca de Alendría fué la peor perdida de cocimiento humano de la edad clásica, aún hoy en día se están haciendo esfuerzos para recuperar parte de conocimiento con los papiros de Herculano.
Por el contrario la intrusión se extiende en el tiempo hasta que consiguen analizar la infraestructura y hacerse con el control incluso del sistema de copas de seguridad.
En volúmenes poco grandes la copia puede deslocalizarse. En otros casos no se lo han planteadoy no lo han ejecutado correctamente. Cuando los delincuentes tienen todo controlado, copias incluidas, y esto puede llevar semanas incluso, ejecutan el final del ataque. Primero te calzas las copias y después cifras producción.
Y ¡tachán!
Si simplemente recuperas la información y restauras el acceso sin arreglar el problema, y ahora que se sabe que eres vulnerable, te van a llover los ataques otra vez, y vete tú a saber cómo se gordo es el agujero.
No sé, a ver qué noticias ven dando.
La famosa biblioteca, la buena, la fetén, fue destruida durante el asedio de Alejandría que sufrieron César y Cleopatra, aunque a esas alturas de la película ya había sido parcialmente saqueada por los romanos.
Todo tiene un límite.
That’s the bitter irony at the core of this cybercrime: what was stolen was access to knowledge. This morning, I fumbled around trying to explain the odd situation at the British Library to a staff member in my London hotel. No, the library is not closed. Yes, the books are still there. But library users have little to no access to the books. Why?
We’re past the days of card catalogs, alas: the modern library has long since converted to digital recordkeeping. What this means is that readers request books electronically, and the institution charts those books’ locations electronically, too. (...) If I wanted to request to see a specific book, I could look it up electronically, and then ask the librarians to find the physical copy. Until Halloween, 2023, that is.
How ironic that the most quaintly analog form of research possible, using physical books in a physical library, has been devastated by the hijacking of a digital system. I am experiencing this irony as especially bitter this morning, having arrived at desk 1086 with my list of tasks, hoping against hope that the crisis had resolved. It hadn’t. I hope it will someday soon
En el caso de la biblioteca no lo sé, pero en compañías afectadas, si tienes los últimos años de sus datos cifrados, los tienes cogidos por los cataplines.
Eso refieren Livio, Plutarco, y Séneca.
El problema viene cuando ese proxy es desactivado y toda lectura devuelve datos cifrados.
No se si me explico muy bien.
Así es como entendí que funcionan los ransomware.
A ver si tengo tiempo y te encuentro algo de literatura.