Mi nombre es José Carlos, bueno, en realidad aquí donde estoy no tengo nombre. En la planta de oncología pediátrica del Hospital Virgen del Rocío, los papas no tenemos nombres, nos llamamos por el nombre de nuestro hijo(...)Por favor que los recortes no sea a costa de la calidad de vida y la salud de nuestros hijos, algunos de ellos en la última etapa de su vida. Que recorten en políticos, que sobran a montones y no digamos de asesores, esos sobran todos. Gracias por su atención...
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etiquetas: corazon , padre , recortes , sanidad , carta
Estoy dispuesta a recibir el tuyo, yo también soy muy demagoga y simplona porque me parece que sobran todos los asesores, sobre todo cuando deciden reducir drásticamente a los médicos que cuidan de niños con cáncer, algunos terminales, y dejarlos desasistidos.
Y no, no te voy a desear lo mismo, no le deseo lo que está pasando ese padre ni a la peor persona del mundo.
¿De repente se volvería a crear empleo, los liberales cesarían en sus ansías de privatizar lo público, recuperaríamos los derechos laborales perdidos, la inversión en lo social aumentaría y la OTAN se replegaría a su territorio? ¡Qué chachi!
A veces me gustaría vivir en los mundos de yupi en que vivís vosotros.
Mare mía...
Aquí también tenemos un sistema que (todavía) funciona, y lo que hacen es aprovechar la crisis para destrozarlo y repartirse el botín entre cuatro ladrones. Cualquier parecido entre lo que quieren hacer los sobrecogedores y el sistema alemán es pura coincidencia. Cuando algo funciona, lo mejor es no tocarlo sustancialmente. Pero ya se sabe, para algo han estado pagando determinados empresarios
donativossobornos al Partido Podrido.¿Puedes imaginar por un momento que el tiempo que cualquiera de nosotros dedicamos a mirar internet o tuitear o a las mierdas en las que perdemos el tiempo las pasas sentado desesperándote en la sala de espera de un hospital pensando en por qué son así las cosas?
Tampoco es imprescindible que lo hagas. A veces no es necesario ni procedente decir nada y no hay que sentir incomodidad por ello. El momento es suyo, a su pesar. El resto somos espectadores incómodos.
Da igual si es real o un relato maníqueo. Detrás hay un hecho fundamental: cuando somos la víctima queremos dejar de serlo por todos y cualquier medio. Y eso es lo mínimo que esperamos: todo. No queremos que haya atisbo de duda sobre ello; no queremos que dependa de una empresa; nos importa una mierda si es rentable. Si para obtener todo cuando tu vida está en juego hay que prescindir de todo-lo-demás... a tomar por culo!