El vendedor de enciclopedias entraba en un hogar impoluto, se recostaba con confianza en el sillón de escay preparado expresamente para recibir a visitas importantes y nos explicaba tranquilamente que el saber podía quedarse a vivir con nosotros. Que el estante del mueble del salón podría ser ahora habitado por diez, doce o hasta veinte volúmenes, lujosamente encuadernados en piel de primera calidad, con más de trescientas fotografías a todo color, gráficos y dibujos.
|
etiquetas: nostalgia , vendedores a domicilio , enciclopedias , infancia
www.youtube.com/watch?v=d_lc8fS9m8A
La enciclopedia la mire un par de veces por curiosidad.