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Enseñanza: entre el fetiche y la vocación

La consellera Rigau ha frenado, para restringir el gasto, la implantación de ordenadores en las aulas. La decisión marea a unos profesores ya muy desconcertados por un departamento que lleva años aficionado a los cambios de rasante. Pero no todas las críticas se circunscriben al desconcierto de los docentes. Negarse a invertir en la escuela es negarse a solucionar la enseñanza, sostienen unos. Y otros: ¡La escuela no puede perder por más tiempo el tren de la modernidad

| etiquetas: educación , enseñanza , ordenaodres , desconcierto , rigau
  1. Estoy de acuerdo en que se debe invertir en la escuela. ¡¡¡Pero con cabeza!!!!

    Un ordenador no enseña a los niños, por arte de magia, a leer, escribir sin faltas de ortografía, sumar, restar o multiplicar. Lo que no puede ser es lo que había hecho Maragall: Ponemos ordenadores en clase y el resto, ya saldrá.

    ¿Contenidos? Ya los regalarán las editoriales, o mejor aún, los van a hacer los profesores gratis en su tiempo libre (que los profesores son tienen mucho de eso, debió pensar), gratis, de muchísima calidad y libres.

    ¿Que hay profesores que ni siquiera abren el correo? Vale, basta con un cursillo de 2h de pizarra digital el día antes de empezar las clases.

    ¿Aulas? Podemos seguir en barracones un tiempo más.

    ¿Más profesores de refuerzo y atención a la diversidad? Que un ordenador lo soluciona todo. ¿Que no ha quedado claro con eso?

    Si, estoy de acuerdo, tenemos que modernizar la enseñanza. Tenemos que subirla al carro de las nuevas tecnologías, pero no así, a la tun-tun. Si se improvisa acaban pasando cosas como la ESO, que cuando se acabó de implementar descubrieron que la gente podía entrar en Química sin haber cursado Químicas en su vida.
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