“Un hotel prohíbe la entrada a influencers y humilla a una bloguera que había pedido alojarse gratis”. En las últimas semanas, medios de más de 60 países se han hecho eco del llamado
#bloggergate con titulares similares. Pero el veto no es más que la inteligente maniobra de un empresario cuyo sentido del humor es tan singular como la idea que tiene de cómo funciona el marketing por internet.
Pues se pueden ir al carajo. Bien por el hotel.
Aun hay gente por hay que van con aquel eslogan de los años 40 en la boca "el cliente siempre tiene la razon", para exigir lo que le venga en gana, y justificar las cosas mas variopintas.
Ya va siendo hora de empezar a tratar a esas personas como ellos tratan a los demas.