Preguntar si el vuelo espacial de larga duración es ético es hacer la misma pregunta que el inglés Robert Falcon Scott debería haberse hecho antes de formar su condenada misión al Polo Sur. ¿Cuáles son las restricciones técnicas y qué hace falta inventar? ¿Qué preparación es necesaria y cuál es su coste? ¿Qué información es necesaria para que la tripulación de su consentimiento?
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La historia nos dice que Scott llegó al Polo un mes más tarde de que Roald Amundsen lo reclamase para Noruega. Scott falleció con toda su compañía en el camino de vuelta a casa. Tenía una pésima preparación, llevando, por ejemplo, aceitunas francesas, mermelada de frambuesa y guantes inadecuados. Amundsen, por el contrario, aprendió habilidades de supervivencia de los habitantes del Ártico antes de formar su expedición. El ejemplo de Scott nos enseña que el valor no es suficiente: una preparación realista es crucial.
Los riesgos de un vuelo espacial humano de larga distancia se conocen desde hace años. En 2002 un comité de la NASA realizó una lista. Incluyeron en la misma los peligros letales procedentes de la radiación espacial; la posibilidad de que la tripulación saboteara la misión, basándose en estudios de comunidades aisladas y los problemas psicosociales que pueden surgir; los riesgos fisiológicos, incluyendo la pérdida muscular y ósea en microgravedad; y los riesgos médicos, incluyendo la dificultad de tratar heridas y enfermedades en el espacio. Varios años más tarde, permanecen todos estos factores.
De estudios nada, eso lo dijeron después de ver Gran Hermano
Si comparas cuanto tardava Colon y cuanto se tarda hoy en avión, esa es la respuesta para los viajes espaciales, hoy en día estamos en los albores y sin nuevas formas de propulsión o de utilización de la energias no es posible establecer rutas estables a los planetas de nuestro alrededor.
Disculpa de todos modos.