Los extranjeros que nos quitan el trabajo

Los hechos no son ni de izquierdas ni de derechas, nos gusten o no. Y uno de esos hechos "irrefutables" en algunos sectores de la sociedad es que los inmigrantes reducen la oferta de trabajo disponible para población nacional, de cualquier país, y qué duda cabe que eso es un hecho.

Y a partir de aquí podríamos tratar de encontrar algún sostén ético/moral en los derechos humanos, en cierta condescendencia por las penurias de sus lugares de origen, podríamos denunciar que todos esos flujos migratorios suelen ser el resultado del expolio de sus territorios, de regímenes títeres o de conflictos armados al servicio de intereses occidentales. Lo que vendría a ser el diccionario de respuestas clásico de la izquierda para el caso, pero ya nos lo sabemos tanto los de izquierdas como los de derechas, nos cuaje más o menos la ristra de argumentos nos la conocemos todos.

Pero en realidad es mucho más sencillo y ni siquiera hace falta salirse del plano económico. Ni siquiera hace falta acudir al ridiculizado pero no menos cierto argumento de que vienen "a pagar pensiones". Lo cierto es que una persona que vive y trabaja en un país crea aproximadamente la misma demanda de trabajo a tenor de su consumo indispensable para su subsistencia que la oferta de trabajo que copa en el desarrollo de la actividad que sea.

Tampoco hace falta ir a parar al otro manido argumento de que "hacen los trabajos que no quieren hacer los nacionales" por mucho sentido que tenga en muchos casos. Y algunos podrán objetar que "mandan el dinero fuera a sus familias", como si de repente a los que suelen ser los adalides de la libre circulación de capitales les diera un súbito ataque de patriotismo mientras sus referentes políticos y sociales tienen el dinero tan lejos del fisco de su amada patria como sea posible, cuando no se mudan directamente.

Como si no hiciera cada uno lo que quiere con su dinero y la balanza de pagos de cualquier país del mundo no tuviera un saldo pendiente a favor de China.

La realidad es que hay un modelo económico que funciona tan bien o tan mal para unos y para otros, con la salvedad que los ciudadanos que se incorporan desde otras sociedades ya están finalizando o han finalizado su fase de formación que lleva aparejado un cierto gasto del estado, eso que el estado se ahorra.

Porque sí, los extranjeros nos quitan el trabajo, claro, pero a su vez generan más trabajo. ¿Por qué será que siempre nos acordamos de lo que nos quitan pero siempre nos olvidamos de lo que nos dan?

Así que es difícil entender qué es lo que realmente le preocupa a LePen cuando nos recuerda que a Francia en todo caso de visita, pero a trabajar, no. Ni siquiera Francia que tiene una de las tasas de fecundidad más elevadas de Europa (¿tendrá que ver algo en eso que las pruebas de paternidad estén prohibidas allí?) se está alcanzando hoy la tasa de repoblación. Y no seré yo el que hable en contra del decrecimiento, pero sorprende mucho cuando cada político de cada país de un extremo al otro del arco parlamentario aboga idefectiblemente por el crecimiento. Y me temo que la señora LePen no va a ser en eso la excepción.

Aún así se repite siempre la misma idea, como una cantinela que no se sabe bien de donde de viene, ya despojada de cualquier argumento objetivo..."porque los extranjeros nos quitan el trabajo". Al final era sólo racismo. Y está bien, a nadie se le puede impedir sentir lo que siente por mucho que se le pueda intentar explicar, argumentar... pero aún siendo así me parece más respetable que intentar buscar justificación a tal rechazo en argumentos económicos que simplemente brillan por su ausencia.

"Es que los extranjeros nos quitan el trabajo..." No hombre, no, di que no te gustan los moros, o lo que sea y acabamos antes. Y al menos estarás diciendo verdad. Si tienes los cojones para decirlo, claro. Y si tal vez no te guste decirlo de esa manera es porque tal vez en parte sí te das cuenta de que algo hay ahí que no está del todo bien. Pero eso sería tanto como asumir que el problema es de uno y no del otro y para eso, para eso, para eso sí que hacen falta bastantes cojones.