La biografía de José María Carrascal (El Vellón, 1930) puede ser un verdadero resumen del siglo XX: fue periodista en el Berlín del muro, curioso espectador de la contracultura neoyorkina y figura conservadora televisiva parapetada en sus corbatas lisérgicas. Su último capítulo, que esperemos no tenga un final cercano, lo presenta como un jubilado parlanchín que escribe de manera libre sobre Cataluña, Podemos y lo que le plazca.
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#2 El huracán Esprín Estín
Casado con una alemana y viviendo en la DDR. Grande Carrascal.
Por una cosa muy simple: porque me tocó la etapa de los escándalos de corrupción. En la primera etapa del PSOE habría sido mucho más favorable, porque había renunciado al marxismo. Pero llegué en el año 90 con Roldán, Rubio: la gran época de los escándalos. Y yo tenía que informar lo que me traían de la actualidad. Hasta en el Boletín Oficial del Estado había corrupción. A Antena 3 venían políticos del PSOE avergonzados, pero no podían prescindir de Felipe, era un tótem. Había rehecho el partido, que no era el de Llopis, por desgracia. Uno de los grandes males que tuvo la Transición fue prescindir de los exiliados españoles. Eran gente excelente, y tenían mucha más experiencia democrática: los políticos de aquí no se habían educado más que en la dictadura. Si por ejemplo Tarradellas hubiese sobrevivido como presidente, en lugar de Pujol, no tendríamos estos problemas. En una ocasión tuve una reunión con los exiliados en Berlín, en el año 59 (el Congreso de la Libertad de la Cultura), donde estaban Américo Castro, Madariaga, etc. Eran de una sensatez total… y se prescindió de ellos. Eran gente tremenda.
Este tío es tonto desde el primer pedo que se cagó.