(Estos niños) "Durante 14 horas al día machacan viejas baterías con el ladrillo de Shinwari para extraer la varilla de carbono, limpiarlas y reciclarlas (...) Hay cientos de pequeñas factorías y familias enteras dedicadas a la extracción del carbono y pequeñas piezas de metal (zinc) en Dacca, capital de Bangladesh." Intro y detalles en español vía
goo.gl/0WwK
Mientras limpia las varillas de carbono de las baterías usadas de los móviles, Marjina sostiene a su pequeño hijo en su regazo suavemente para mantenerlo dormido. Marjina ha emigrado del campo a Dhaka, la capital de Bangladesh con su hijo y sus cuatro hijas, cuando falleció su marido. Ahora se afana cada día en un taller al borde del río Buriganga que recicla baterías usadas. Secándose las lágrimas de sus ojos, Marjina me dice: "Independientemente de lo duro que mis hijos y yo trabajamos, cada mes acumulamos más y más deudas. No sé qué hacer. No tengo nada que pueda vender para soldarlas ".
En mi país, Bangladesh, se trabaja por poco. En las afueras de Dhaka, en el pueblo-basura al borde del río Buriganga hay decenas de talleres de reciclaje de materiales provenientes de los vertederos. Uno de estos talleres sin nombre recicla baterías usadas. Día tras día, las mujeres y los niños de seis o siete años abren las pilas desechadas con el ladrillo de Shinwari para quitar las varillas de carbono reciclables y pequeñas piezas de metal reutilizable. Dependiendo de la velocidad de su trabajo, ganan entre 30 y 50 Taka (40 a 70 centavos de dólar) al día. Para un niño pequeño, a menudo lleva más de una semana para ganar el equivalente de un dólar de EE.UU..
Al igual que Marjina, muchas mujeres llevan a sus hijos al trabajo porque simplemente no hay otro lugar para donde dejarlos. El ambiente alrededor de los talleres esta cargado de polvo de carbono y otros materiales tóxicos. Los niños pequeños juegan en estas zonas contaminadas hasta que estén cansados y se duermen, y la mayoría sufren de problemas pulmonares y de infecciones oculares.
Las condiciones de trabajo en estos talleres son tristes y deprimentes. Las cabañas improvisadas a menudo iluminadas por una bombilla de 60 vatios o una pequeña ventana. Las horas son largas, el trabajo tedioso, y todo: paredes, techos e incluso las caras de los niños - están cubiertos de polvo de carbón negro. A menudo, sólo la parte blanca de los ojos y los labios rojos brillantes son visibles. Los niños constantemente se lamen sus labios para mantenerlos húmedos, ya que se secan al literalmente comerse las partículas de polvo.
La triste realidad es que estos niños tienen que trabajar para sobrevivir, si no trabajan, no comen. Pero eso no significa que tienen que ser explotados. En Bangladesh, con una de las mayores colecciones de las organizaciones no
… » ver todo el comentario
Sin embargo, ya son incontables los reportajes que han publicado sobre Gay Mercader (más allá de su interés y sus méritos profesionales, que los tiene) que las anécdotas casi son repetidas
todos los dias un sistema económico que asola el planeta y la inmensa mayoria de
sus seres vivoa.
Es cierto que el trabajo no matara a un niño, pero eso no es un trabajo, es esclavitud y asesinato, puesto que a esos niños no se les proporciona las herramientas adecuadas, sabiendo que lo que están haciendo es peligroso y los puede matar.
La base de la economía es la avaricia y propicia este tipo se situaciones en todo el mundo y en diferentes grados: desde los contratos basura en España, pasando por los elevados salarios de banqueros y políticos, hasta la esclavitud de niños en el tercer mundo.
(Mi fondo de escritorio es la roca Uluru. )
Lamentablemente, aunque se dedican muchos esfuerzos a erradicar los síntomas (trabajo infantil, explotación laboral, contaminación...), no se dedican los suficientes a erradicar las causas últimas de la "enfermedad" que es la pobreza... y lo más triste es que en parte es simple y llanamente porque no se quiere o porque se pretende que las soluciones son demasiado complejas.
Muchos Manifiestos comunistas son necesarios aún.