A mediados de la década de los noventa, todavía en la era preinternet, se accedía a contenidos culturales interesantes como malamente se podía. O más bien de puro milagro, si uno vivía en una capital de provincia tan gris como Santander. Uno de mis pocos refugios contra el muermo vital lo encontré mucho más a mano de lo que parecía: en la televisión pública. Durante mis años de instituto, las madrugadas de La 2 de RTVE me proporcionaron cientos de noches llenas de gozo gracias a programazos como Metrópolis, Televisión Líquida o Cine Club.
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No soy de acostarme tarde para ver tonterías pero aquello le llegó muy adentro: “peaso” se interpretación
Lloro.
youtu.be/-qC68PIveC0
www.youtube.com/watch?v=FeD37h7yXYM
Alucinante
www.youtube.com/watch?v=tEls_W3NMjo
... para ver una película sin saber absolutamente nada, ni título, ni sipnópsis, ni nada. Especialmente en verano.
Me acuerdo de un corto de Romeo y Julieta que una familia eran botellas de Pepsi y la otra de Coca Cola, he buscado ese vídeo pero nunca lo he encontrado, y otro de una animación de guantes.... Me aficionó mucho al arte.
Los fines de semana hay programas buenos, pero supongo que son de gente que no está fija porque es un programa por semana.