Hace varios meses recibí un mail de un joven guionista solicitando consejo sobre el funcionamiento de las agencias de talento en Estados Unidos. Como pude y supe, traté de proporcionarle algunas claves y le deseé suerte. Pero sobre todo intenté transmitirle lo prioritario de situarse en la realidad del tablero y trascender las fantasías que a menudo genera quien sueña con llegar a un lugar que poco o nada tiene que ver con el que, como espectador, imagina.
|
etiquetas: cine , guión , comienzos
Empezar, especialmente en disciplinas artísticas, y hacerlo por cuenta propia es muy difícil; hay que moverse mucho, trabajar todo lo que se pueda, mantenerse coherente e íntegro ante las tentaciones (para no arrepentirse después), etc.
Perfectamente definido. Y totalmente de acuerdo con el post.
Desde el punto de vista personal (el que cuenta, me dirás), todo lo que uno hace es, legítimamente, importante. Además del fruto de un largo esfuerzo. Así que qué menos que alguien dedique un par de horas de su tiempo a valorarlo. Pero lo que sucede en la práctica es que esa gente que debería abrir un hueco en su agenda por su propio bien, no nos necesita. Si recurrimos a ellos es porque les va bien en lo suyo y querríamos que nos permitieran subir a su tren. Pero ellos no están especialmente ansiosos por que nos subamos a ninguna parte: su tren anda bien como anda, con un montón de gente a bordo que, por lo visto, se las apaña bien sin nosotros
se aplica igual a un productor que a un comprador de cualquier tipo de producto al que se intenta convencer de que empiece a comprar a un proveedor diferente al que ahora le abastece. Da lo mismo si vendes guiones que papel higiénico, el problema es siempre conseguir que el otro tenga una razón para leerte. Un motivo. Aunque lo que tenga que leer sea una oferta fabulosa, mucho mejor que cualquiera de las que le dan sus proveedores actuales.