Si no follas conmigo, me ahorco

A lo mejor hay gente por aquí a la que esa frase, que escuchó una amiga hace años, les parece aceptable. A lo mejor hay gente por aquí a la que le parece una buena estrategia. A lo mejor hay gente por aquí que, ante una amenaza semejante, se bajaría los pantalones o las bragas.

Porque es cuestión de empatía. Porque si no te bajas los calzones o las bragas y el tío se ahorca es culpa tuya, por hijo de puta, porque poco te costaría, porque no has sabido entender que para el otro era muy importante lo que pedía. Porque podías haberlo salvado y por un escrúpulo personal o por tus miserables preferencias has preferido sacrificar una vida. Algo tan único e irrepetible como una vida, pro sólo unos minutos de pasarlo mal.

Si no follas conmigo, me ahorco. Y lo mandas a tomar por culo. Y hace el nudo. Lentamente. Con calma. Con la mirada decidida del que está dispuesto a cumplir su amenaza a costa de lo que sea. Y ata la cuerda a una viga. Y te lo repite: o follas conmigo o me ahorco.

¿Te sigues negando?

Y se sube a una banqueta y te dice que es el último aviso. Que o te bajas las bragas, o pones el culo en pompa, o se ahorca. Que no hay más. Que es tu coño o su cuello. Que es su cuello o tu culo.

¿Cuantos de aquí aceptarían? Venga, hablemos de ello.

Porque una huelga de hambre es eso.