¿No es verdad, ángel de Berlín, que a 30 años del Muro más pura la libertad brilla y se vive mejor?

Los Tres Jinetes: La Freedom, La Democracy y La Liberty iban sembrando sus dechados y virtudes

Hoy se cumplen 30 años de la caída del Muro de Berlín, el gran símbolo de la Guerra Fría, y todos los medios de comunicación del mundo, de nuevo por un día, volverán a clamar que son berlineses; y tendrán entrevistas con “testigos” de aquellas horas históricas; y nos contarán como de lúgubre era la vida en la extinta República Democrática de Alemania; y con imágenes en blanco y negro volverán a las pantallas las historias de intercambio de espías; y un largo etcétera de cuestiones de ese tipo. ¿Pero realmente más pura la libertad brilla y se vive mejor?. Veamos…

Los siniestros espías de la Stasi y del resto de países “del Este”

La Stasi es uno de los grandes “fantasmas” de la RDA, siempre que se comenta algo de aquel país aparece esta organización y el espionaje al que tenía sometida prácticamente a la totalidad de la población de Alemania Oriental. Hasta el punto de que en “La Vida de los Otros”, célebre película sobre el asunto, se nos muestra un auténtico festival de maldades, viendo como se cableaban viviendas por completo para poner micrófonos en todas partes, y unos siniestros tiparracos encorvados, y de cabeza poco poblada, escuchaban en una habitación del sótano todo lo que en las casas se decía y era transcrito para su posterior consulta por quien pudiera corresponder.

Ahora ya eso no existe, ya no se espía la ciudadanía, la libertad ha triunfado, y nadie escucha, analiza, transcribe, clasifica o archiva nuestras conversaciones privadas… No, no lo hace nadie desde el sótano del edificio en el que vivimos, pero todo el mundo lleva en el bolsillo un cacharrín que registra e informa de donde estamos, que hacemos, a donde vamos, con quien estamos, a quien llamamos, que compramos, que vemos en línea, que mensajes de texto enviamos y recibimos, que correos electrónicos escribimos y leemos, que dolencias de salud padecemos, que películas vemos, a que jugamos, que opinión política tenemos, cuáles son nuestros gustos de todo tipo, etc. Básicamente toda esa información es recibida y procesada por la “famosa” GAFA, es decir, Google, Apple, Facebook y Amazon, aunque la lista se puede hacer mucho más larga, estos son los más famosos. Ah, y ahora también están los “micrófonos inteligentes”, pásmate. Pero habrá quien dirá que toda esa información solo se usa con finalidad comercial, ya ¿te lo crees? Se usa con la finalidad que quiera quien la tiene; o para la que quiera quien pague por disponer de esos datos; por la finalidad que quiera quien, por medio de leyes, se arrogue la capacidad de acceder a ella.

Los de la Stasi eran bobos, como poco, no se dieron cuenta de que con darle a la gente un trasto con capacidades de “juguete”, podían tener acceso a todo lo que pudieran imaginar y mucho más. No sabían que los propietarios de esos trastos se dejarían espiar gustosos mientras se dejaban la vista en esos chismes, favoreciendo así también el negocio de los oftalmólogos y las ópticas... (todo no iba a ser ¿malo?)

Por no hablar, entre los que se arrogan el acceso legal a esas bases de datos, de las agencias de “seguridad” de prácticamente cada país, aunque la más conocida, como no, sea la NSA.

Europa bajo la amenaza de la invasión soviética

Durante décadas la gran amenaza de la Guerra Fría fue que las divisiones soviéticas, y del Pacto de Varsovia, avanzaran sobre Europa Occidental, y redujeran a cenizas a la RFA, Francia, Italia, Holanda, Gran Bretaña… y por ello sobre el suelo europeo se libró una carrera armamentística, que llevó al despliegue de ingentes cantidades de soldados y material militar por ambas partes, y por supuesto de los famosos misiles nucleares de corto y medio alcance de primeros y mediados de los años ochenta.

Lo cierto y verdad es que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas nunca invadió Europa Occidental, tan solo puso orden en su patio trasero en un par de ocasiones, por otro lado nada del otro mundo pues EEUU solía hacerlo en Iberoamérica con golpes de Estado e invasiones por doquier. Aunque cuando la situación estuvo realmente complicada quienes evitaron una nueva conflagración mundial fueron los soviéticos, como en el caso de Vasili Arkhipov durante la Crisis de Cuba.

Pero la cosa no queda así, la URSS ya no existe, el Pacto de Varsovia tampoco, y cuando en Europa se debía vivir en paz y armonía, pues los “demonios rojos” ya han desaparecido, resulta que la OTAN se expande hacia el este, incluyendo a los miembros de la antigua organización militar soviética; en esa ampliación solo un país de la Organización del Tratado del Atlántico Norte despliega tropas y establece nuevas bases en ellos; solo ese mismo país estaciona armas nucleares en esos países y también despliega barcos de guerra; y cárceles “secretas”; y sistemas antimisiles, etc. Ah, y abandona tratados internacionales de aquella época sobre control de armamento. Todo lo contrario a lo que sería de esperar si la Guerra Fría ya había acabado, y lo que buscaban durante los años previos era la paz y la seguridad.

Aunque ahí no quedan las cosas, ahora la “seguridad” llega a otro nivel, y las guerras se suceden, pero no como lo habían sido hasta entonces: combatir, vencer y ocupar. Ahora consisten en destruir por completo al país atacado antes de poner un pie en él, como en el caso de Somalia, Afganistán, Irak, Yemen, Libia, Siria… o Venezuela.

Esta nueva “seguridad” está llevando a la confrontación económica, cuando la militar se considera que no es viable, y así se suceden las sanciones económicas, aranceles y restricciones de distinta índole contra Rusia, China, la Unión Europea o incluso contra España como país individual, estas últimas a la espera de que pasen las elecciones, de noviembre de 2011, y se forme gobierno, si es de izquierdas habrá sanciones y si es de derechas tal vez no. Pero el quid de la cuestión era la invasión soviética...

La Internacional Terrorista

Cuando el Muro de Berlín estaba en pie se habla de la Internacional Terrorista, en referencia, básicamente, a los grupos revolucionarios que pululaban por algunos puntos del globo. Tales como las distintas organizaciones palestinas, básicamente la OLP de Arafat, que luchaba contra Israel que les había robado su país; las Brigadas Rojas en Italia; la banda Baader-Meinhof en Republica Federal de Alemania; ETA en España que primero iban de antifranquistas y después quedaron en banda de terroristas, asesinos, secuestradores y extorsionadores… hasta su desaparición. En todo caso unas organizaciones terroristas localizadas en un ámbito geográfico reducido, con una ideología más o menos definida, y en consecuencia, con el hacer y perseverancia de las fuerzas de orden público, eliminables.

Como es natural esto también ha cambiado, ahora no es Internacional Terrorista sino Terrorismo Internacional, y se ha modernizado tanto que hasta se organizan como franquicias, igual que las cadenas de restaurantes, de tiendas de ropa, de lavanderías, de telefonía móvil, de alquiler de coches, etc. Con marcas como Al Qaeda o Estado Islámico, que ya no conocen fronteras, ni ideologías, ni objetivos concretos, sino el mal por el mal, presentado como un espectáculo público, como los supervillanos de los comics.

La cosa aún se pone más chachi cuando en el origen de ambas organizaciones, altos cargos políticos de EEUU han tenido relaciones con sus respectivos fundadores, la relación de estos ha sido muy fluida con países que son aliados incondicionales de EEUU, y los “estallidos” sociales que conllevan la intervención de esas “organizaciones” se produce en países donde a EEUU le gustaría que pasaran “cosas” pero no quiere realizar un despliegue importante de tropas propias.

Los emigrantes que corrían por el mundo

En el mundo siempre ha habido movimientos migratorios, los visigodos, suevos, vándalos, hunos, ostrogodos, francos… invadieron el Imperio Romano; españoles, italianos o turcos emigraron a la RFA tras la Segunda Guerra Mundial hasta ahora, tal vez con un paréntesis de mediados de los ochenta hasta dos mil diez. Y sí, es normal que la gente quiera vivir mejor, y si tiene esa posibilidad de ir a otro país para intentarlo o conseguirlo, pues lo hace.

Aunque en esto también hay cambios, antes de la “caída” del Muro solían emigrar los pobres “Vente para Alemania, Pepe” se titula una memorable película. Pero ahora, en países de África y de Asia que en los años sesenta, setenta y ochenta, se habían desarrollado, o por lo menos lo estaban intentando, la población está emigrando a Europa, a la Occidental, en la Oriental les ponen muchas trabas, pero lo está haciendo la población formada, la que ha estudiado algo. Esto empobrece a sus países origen, ya que pierden su capital humano, y aporta poco en los países de llegada, pues no trabajan en lo que saben sino en lo más precario disponible.

¿Y por qué se larga esa gente de sus casas? Porque hay guerra en Mali, guerra en República Centroafricana, guerra en el antiguo Zaire-Congo, guerra en Nigeria, guerra en Sudan del Sur, guerra en Yemen, guerra en Siria, guerra en Irak, guerra en Afganistán… tan solo son algunas de ellas, entre las muchas guerras televisivas y otras ya mudas y olvidadas. ¿Y por qué hay guerras? Porque en esos países hay petróleo, o gas natural, o son buenos para que pasen oleoductos, o hay piedras raras con las que hacer smartphones con los que dejar en el paro a los agentes de la Stasi… en definitiva, porque así lo quiere el gran dispensador de freedom and liberty. Porque, qué se sepa, en ninguno de esos sitios la guerra ha empezado por acción o intereses de China, Rusia, Corea del Norte, Venezuela, Cabo Verde...

Las prestaciones sociales que el Capital regalaba a los proletarios

La bandera roja con la hoz y el martillo ondeando sobre el Kremlin, el mayor regalo que nunca nadie hizo a un trabajador. A lo que seguido en muchos altos y poderosos despachos resonaba en los oídos el eco de “¡Arriba parias de la Tierra! ¡En pie famélica legión! Atruena la razón en marcha: es el fin de la opresión. Del pasado hay que hacer añicos. ¡Legión esclava en pie a vencer! El mundo va a cambiar de base...”. Lo que hacía que se pusieran el freno en la cuenta de resultados, para permitir que los obreros tuvieran la ilusión de vivir en un “Estado Social” y solo sacaran a la calle las banderas rojas en la celebración del Primero de Mayo.

El Muro de Berlín cayó el 9 de noviembre de 1989 y la bandera roja con la hoz y el martillo fue arriada del Kremlin el 25 de diciembre de 1991, el día más trágico para todos los trabajadores del mundo. Desde el 26 de diciembre de 1991 lo único que importa es lo abultadas que sean las cuentas de resultados año tras año, y con ello los trabajadores han pasado a ser números, recursos humanos, unidades de gasto…

Las empresas se deslocalizan, se globalizan, o lo que es lo mismo, se mudan a países donde no tienen que pagar Seguridad Social por sus empleados, ni tienen que invertir en prevención de riesgos laborales, ni en formación de los trabajadores, ni existen garantías laborales, o todo ello es muy escaso, y los salarios son igual de “abultados” que las garantías que asisten a quienes los perciben. Y si el trabajo se puede hacer en régimen de semi-esclavitud entonces eso ya es la guinda del pastel, es el “mercado” laboral ideal.

Lo anterior no es solo lo que ocurre en lejanas tierras de nombres exóticos, allende los mares, aquí, en nuestra propia casa, el haber quemado las banderas rojas y vendido el alma al diablo también tiene sus consecuencias para los proletarios, que se creyeron propietarios. Las condiciones laborales cada vez son más precarias, pasando la estabilidad laboral a ser cada vez más una utopía; el acceso a los Servicios Sociales también se complica y limita; la jubilación cada día que pasa es una meta más lejana, pues a cada reforma de las leyes se le van sumando años hasta el imposible; las incapacidades para el trabajo por enfermedad o accidente son otra prestación que está cayendo en el pozo de la imposibilidad; y las bajas médicas por enfermedad van camino de convertirse en sinónimo de delincuencia. Sin olvidar la ruta marcada hacia el despido libre, los ERE’s masivos, la reducción en las partidas para formación de trabajadores o para prevención de riesgos…

Y todo lo anterior solo es el principio, pues donde está el reparto de la tarta, y donde todos los buitres sobrevuelan esperando el momento de abalanzarse sobre el cadáver antes incluso de que haya soltado su último estertor, es en las privatizaciones. Privatización de las pensiones, privatización de la medicina laboral, privatización del Sistema Sanitario, privatización de la Educación… en definitiva, privatización de todo lo que a la Clase Proletaria le costó huelgas, manifestaciones, cárcel, muertos, torturas… sangre, sudor y lágrimas, pues en el lado siniestro del Muro el Estado prestaba todos esos servicios de forma gratuita. Pero ya no hay banderas rojas, ya cayó el Muro de Berlín, ya no hay proletarios.

Las hambrunas de Stalin

Este es otro de los grandes caballos de batalla con los que se escupe al sistema soviético, las hambrunas que provoco Stalin. Aquí habrá quien dirá que fue por lo malvado de los gobernantes soviéticos, y también quien opinará que fueron una consecuencia de la Primera Guerra Mundial, su destrucción y falta de gente para trabajar, de la guerra civil que la siguió entre rojos y blancos apoyados esta últimos por potencias extranjeras, y por la Segunda Guerra Mundial que arraso casi toda la URSS europea. Aunque la Unión Soviética, y ya en el periodo stalinista, se caracterizó por conseguir dar de comer con regularidad a su población, cosa que los zares no habían conseguido, o tal vez no les preocupó ese asunto, en los mil años anteriores.

Lo cierto y verdad, es que en noviembre de 1989 desaparece el Muro y en diciembre de 1991 se desintegra el “Imperio Soviético”, y con ello el mundo pasó a ser un lugar feliz, en paz y armonía, donde los Tres Jinetes: La Freedom, La Democracy y La Liberty iban sembrando sus dechados y virtudes. ¿Y las hambrunas endémicas en algunas zonas de África? Pues se dijo que tras la liberación de los campos de exterminio alemanes en 1945, el mundo nunca más volvería a ver esas imágenes, pero debe ser que eso no se aplica si los afectados son pobres, son negros y son africanos. ¿Cuántas veces nos han dicho por la TV la cantidad de niños, y de adultos, que mueren por hora o por día en lugares como Etiopía, Somalia, Sudan, Chat, Níger…? A día de hoy las cifras oficiales dicen que en el mundo más de 800.000.000 de personas pasan hambre. ¿Cuántas veces nos ha pedido alguna ONG un donativo para ayudar a esas personas, seguido de la cantidad de galletas, leche en polvo o vacunas que se puede comprar con una cantidad de dinero ridícula? ¿Y allí quien hay, Stalin, el comunismo, o las leyes del “mercado”…?

El “Mercado”, ese que en el mismo informativo televisivo te dice que hay una persistente hambruna en tal país, y dos noticias más adelante te cuenta la cantidad de productos agrícolas o ganaderos que se van a destruir, o a dejar de producir, porque si se producen de más no tienen precio, aunque al productor se le estén pagando precios de miseria y al consumidor de les cobren a precio de oro. Y esas destrucciones o mermas de producción las ordenan gobiernos, y organismos internacionales de cada sector productivo. En este tipo de cuestiones el problema no es Stalin, sino precisamente que ya no está Stalin, ni el Muro de Berlín, ni las banderas rojas con la hoz y el martillo; ya el Capital no tiene miedo y el Mercado impone “su ley”, y todo el mundo calla, mientras con la cabeza baja ve atrocidades en la pantalla de su teléfono móvil ¡Qué bobos eran los de la Stasi!

Chernóbil: La Serie

Una serie de televisión ¿por qué? Dicen que es la mejor serie que sea hecho nunca. Ha sido rodada en Ucrania y Lituania, es decir que saben de primera mano lo que fue la Unión Soviética y su Sistema. En esta serie, más allá de intencionalidad política, que la tiene y mucha, se puede ver, lo que hay que suponer era la vida cotidiana de la población al margen de los juegos de geopolítica o ingeniería socio-económica. La vida de la gente normal en localidades como Pripiat, y alrededores.

En la serie se muestra que la gente tiene su casa, con sus muebles, cocina, televisión, juguetes, nada de austeridad extrema y viviendas colectivas. Tienen coches, motos, y se desplazan con ellos de un lado a otro sin tener que ir presentando autorizaciones y permisos para, incluso, cambiar de una República Soviética a otra. La gente tiene tabaco, y cámaras de fotos, y algunos teléfono, y radios y algunas otras cosas más que podrían considerarse bienes de consumo. Y no están encerrados en sus casas sin poder salir, y tienen parques de atracciones, y jardines, e incluso pueden transitar de noche sin que nadie se lo impida. Visten más o menos igual que se vestía en Europa Occidental en los años ochenta. Es más, incluso la gente que vive fuera de las ciudades, en el campo, tiene su casa, heredada de padres a hijos, con sus animales y un trocico de tierra… hay que recalcar todo esto porque la serie está gravada en Lituania y Ucrania, y se supone que es casi un documental dramatizado.

Volviendo a la España de 1986 ¿Quién tenía coche? Como mucho uno por familia, siempre que no se fuera adinerado o se necesitara para trabajar; no como ahora que casi todo mayor de dieciocho años tiene ya vehículo y hay dos, tres, cuatro por familia; es más había mucha gente que no tenía coche y se apañaba con una motocicleta. ¿Quién tenía teléfono en casa? Pues básicamente la gente con dinero, o quien lo necesitaba para trabajador porque era autónomo, pero el común de los mortales no tenía teléfono, iba a las extintas cabinas, a un bar a echar monedas, o a casa de algún vecino. ¿Quién tenía cámara de fotos reflex? Los fotógrafos que iban de pueblo en pueblo para bodas, bautizos y comuniones, la gente con dinero, y precisamente por esa época comenzaron a popularizarse con la llegada de las Werlisa y las Zenit de Moscú. ¿Quién tenía en televisión en color? En el 86, pese a haber pasado el Mundial del 82 y Naranjito, aún quedaban muchas en blanco y negro. Etc.

Es decir, tras los dos párrafos anteriores, parece que tras el Muro de Berlín no todo era tan… como lo pintaban o lo siguen pintando. Sino más bien se trataba de dos concepciones diferentes de la economía y la política: de una parte el Mundo Comunista, donde se suponía que había que repartir la riqueza disponible; de otra el Mundo Capitalista, donde se suponía, y se practica hoy, que la riqueza no había que redistribuirla sino acumularla en cuantas menos manos mejor; y en medio, en el campo de batalla, apareció Europa Occidental con un híbrido, el Estado Social, o del Bienestar como despectivamente le llaman sus detractores. El Comunista ha desaparecido y con la Leyenda Negra sobre él, el Capitalista quiere devorar, y lo está consiguiendo, al Estado Social que apareció entre los dos.

Dentro de 30 años

Aunque cuando se cumplan los 60 años de la caída del Muro de Berlín, y gracias a este capitalismo consumista galopante que consiguió vencerlo, los problemas serán otros muy distintos, y de los que, hoy, nadie se plantea nada. La emigración de los párrafos anteriores no será de África a Europa, el problema con el que hoy se plantean removimientos de conciencias, sino que será la emigración de la Europa del Sur a la Europa del Norte. Para 2050, si nadie lo remedia y parece que nadie está por la labor, en España, Portugal, Italia, Grecia, parte de los Balcanes, sur de Francia, los inviernos van a estar rondando los 25 a 30ºC, los veranos van a superar los 55ºC, y las lluvias van a ser inexistentes, lo que los convertirá en territorios inhabitables.

¿Nos dejará Europa emigrar al norte? ¿O nos dirán que con el Rodano, el Rhin y el Danubio secos; con una Noruega y Suecia siempre verdes; o que bajo los 25ºC permanentes de Berlín, no hay sitio para nosotros?