Nova. El despertar del Arcángel

 El príncipe de los ejércitos celestiales ha caído a la tierra envuelto en llamas. Las tres cuartas partes de sus soldados le han seguido en su destierro. Una media luna de sangre se asomó sobre el horizonte de la humanidad cuando las alas color zafiro de Luzbel trocaron el azul del cielo por el carmesí de las pasiones violentas. Lleno de rencor llegó al mundo el arcángel mayor. ¿Qué oscura traición lo arrancó de su trono de estrellas? ¿Qué siniestras maquinaciones pusieron en movimiento mecanismos tan remotos como los cometas?

En pleno siglo 21 unos pocos elegidos son los guardianes del tiempo de Dios. Aún queda suficiente luz para impedir que ángeles y demonios vuelvan a tomar las armas después de la última odisea. Marcado está el día del apocalipsis.

La tierra desaparecerá en llamas dice el señor para eliminar la maldad y la depravación de la tierra. El ángel de la destrucción ha desaparecido de los cielos. Luzbel y sus ángeles caídos se preparan para la batalla final. El día que los redimirá.

 Una interrogante pende entre el cielo y la tierra. Ni siquiera la potente visión del señor del universo puede divisar el paradero del arcángel destructor de galaxias entre los millones de almas que pueblan la tierra. Una ola de violenta calma recorre el planeta y mientras se disputan el derecho sobre el destino de la humanidad muchas cosas están a punto de cambiar.

Es hermoso el oriente de Cuba la costa acariciada por el sol reverbera como espejo herido por la luz. El poder del mar podía sentirse en las personas y las cosas formando parte de una armonía indisoluble.

En un pequeño pueblo a orillas de la bahía Chibirico vivía la joven Lía. Cada tarde al volver del trabajo sus ojos se perdían en la azul inmensidad mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.

Vivía al lado de un hombre que había disipado sus ganas de vivir. Sus días trascurrían tristemente entre una agotadora jornada laboral y peleas maritales donde no existían límites para lo degradante y el alma se llenaba de heridas que el tiempo no llegaría a sanar.

Una tarde decidió visitar a su padre Pedro. Un hombre que la había apoyado  siempre en los momentos más difíciles. Sus consejos habían servido de consuelo cuando sentía que su mente colapsaba. En aquellos instantes que la vida dejaba de tener sentido y  abrumadoras preguntas se hacían camino dentro de su mente perturbada por el dolor y la soledad. ─¿Qué haré?─ se preguntaba─¿Estará mi vida siempre vacía de amor?¿Cómo sería no sentir dolor o angustia? No sentir­­ nada.

Pedro vivía en un poblado pequeño llamado Punto Nuevo. Poblado de pastores, pescadores y agricultores ubicado a pocos kilómetros de la bahía. Notable porque  en medio de la sequía que consumía la región se alzaba en sus inmediaciones una montaña cuya cúspide se mantenía siempre verde.

Los pastores la evitaban. Enormes piedras que se desprendían de la empinada estructura hacían estragos en los rebaños.

Era un monte peculiar. Se contaban historias de extraños monstruos que bajaban al océano al anochecer. De un lindo joven de piel morena que de vez en cuando descendía y se paseaba por el pueblo sin decir palabra montando un caballo color azabache. Las jóvenes soñaban con aquel joven inaccesible. Se rumoraba que era hijo de un campesino adinerado nada más.

Esa tarde la joven sintió deseos de salir al camino. Las rocas parecían enormes diamantes diseminados en la altura. El sol brillaba la montaña parecía llamarla a descansar debajo del follaje misterioso de los árboles.

Decidida a escalar el monte cambió su ajustado pantalón por un corto vestido de verano que daba libertad a sus miembros. Calzó unas cómodas zapatillas  y salió de la casa.

Mientras se acercaba a la falda de la montaña su corazón latía con fuerza. Sonrió como no lo había hecho en mucho tiempo. Sintió como si las viejas energías volvieran a su cuerpo por unos momentos se sintió en paz consigo misma.

Siguió un camino amplio que serpenteaba. Escuchaba los pájaros cantar y el perfume del arrayan esparciéndose alrededor. Contra toda razón encontró un hilo de agua que se ensanchaba y parecía murmurar mientras corría siempre hacia arriba. Todo pareció oscurecerse pero fue solo una sombra gigantesca que pasó. Sintió frio .El camino se interrumpió. Una empinada senda se abrió a sus ojos. Peligrosa era en verdad. Rocas sueltas se desprendían con estrépito, rodaban arrollando todo a su paso. Pero ella no temía.

Se aferró con fuerza a los arbustos que espinaban sus manos. Escaló dejando gotas de sangre en las piedras, en la yerba, en el aire que soplaba frio en su  rostro moreno.

Una racha de aire caliente la acarició. Provenía de una abertura en forma de arco a la izquierda del macizo. Daba acceso a la misma un alero de diminutas dimensiones que al menor movimiento podía precipitarla en el vacío.

Lo pensaba cuando un rostro se asomó por la abertura. Había una interrogante muda en aquella mirada que tenía los colores del mar profundo. Solo duró un instante. Un segundo que bastó para que ella decidiera dar aquel peligroso paso.

Apenas había puesto sus pies en el alero cuando este se desmoronó. Se sintió caer. Por una fracción de minuto su vida desfiló ante sus ojos. Una vida carente de ambiciones y afectos. Supo que iba a morir pero no le importaba. Solo sentía  vacío.

Cerró los ojos cuando una mano detuvo su caída. Fue alzada por unos brazos fuertes. Mientras su cuerpo deshacía  la tensión con un desmayo fue llevada a través de un pasadizo en el corazón de la montaña.

Cuando se despertó se encontraba tendida sobre unas blancas pieles. Un jovenzuelo limpiaba sus manos heridas con un ungüento que le proporcionaba alivio inmediato a sus dolores.

─ No te preocupes─  le decía─  te cuidaremos has pasado mucho.

Pero ella no respondía. Sentía el murmullo del mar cuando lo divisó a un costado de la gruta algunas lágrimas rodaron por sus mejillas.

Pocos minutos después un joven delgado de ojos negros entró  en la estancia mientras decía. ─¿Cómo es posible?─ llevo años visitando la entrada del túnel. Pudo haber muerto Baltasar.

 Seguidamente otro joven hizo su entrada. Aparentaba unos treinta años piel morena, esbelto. Resaltaban en su rostro unos bellísimos ojos verdes. A primera vista hubiese parecido infundado el temor que provocó su entrada en los dos jóvenes que estaban en la habitación.

 Había penetrado con él un viento gélido que hizo que la joven se acurrucase en la piel que le servía de manta. Su voz sonaba metálica cuando dijo a uno de los muchachos.

─Moira ella no es a quién esperas. Pasaran algunas lunas más antes de que cumplas tu propósito entre nosotros. Ahora regresa a la ciudad.

El mozo salió apresuradamente. Luzbel que así se llamaba el recién llegado reprendió duramente al joven que quedó en la habitación.

─Te he dicho que nadie la viese me has desobedecido.─ Contestándole Baltasar. ─ Todo fue demasiado rápido señor. No pude hacer nada. Debió haberle visto llegar con ella. ─Su voz temblaba ligeramente.

Con un ademán le indicó que se apartara mientras tomaba las manos de la joven. Primero las acarició dulcemente después las apretó con fuerza hasta hacerle daño mientras le decía.─ Dame una razón para no devolverte al precipicio del que te he sacado.

Ella lo miró fijamente pero no dijo nada después bajó su mirada hacia el mar.

El soltó sus manos como si hubiese sido herido por un rayo. Tanta desesperanza dolor e incomprensión. ¡Tanto sufrimiento! Era una réplica de su propia desolación puesta al desnudo por un alma humana.

Salió de la habitación envuelto en un torbellino de fuego mientras el adolescente temblaba de miedo.

¿Por qué se habían comportado sumisamente ambos jóvenes?¿Por qué tanto miedo a alguien que parecía tan inofensivo?

El pasadizo en la montaña era una puerta a la ciudad de Ankara. Destinada a los ángeles caídos fieles al antaño príncipe de luz de los ejércitos celestiales Luzbel.

El destierro a  que los había condenado el señor de los cielos los mantenía confinados. El odio del príncipe por Dios y sus seguidores solo era comparable al amor del padre por su creación.

Siglos de incomprensión habían desatado un mal tan grande en el alma inmortal de Luzbel que solo era feliz con el sufrimiento de los humanos. Había desatado su furia sobre ellos.

 Se regocijaba con los males causados. Dios miraba el macabro espectáculo desde su trono sin poder intervenir en el destino de la humanidad. Al haber dado a los humanos el libre albedrío no podía deshacer las malas acciones que tomaban costando la vida a tantos inocentes.

La joven sollozaba mientras Baltasar intentaba consolarla. Le preguntó por su vida pasada. Solo recibía lágrimas como respuesta. Esto lo enfureció levantándose le advirtió.─ Te pregunto por tu bien. Mi señor dejó de creer en lágrimas hace demasiado tiempo. Respóndeme quiero saber cómo llegaste aquí.  

Ella le respondió.─ Llegue aquí detrás de un rostro bello como la luz. De unos ojos como el mar profundo transparentes como las aguas. Quise mirarme en ellos. Solo los vi un segundo luego se desvanecieron como se desvanece todo lo bello de mi vida.

El joven dio un respingo, mientras le decía.─ Es imposible ver la verdadera apariencia del príncipe después de la maldición.

En ese momento volvió a entrar Luzbel. Al mirar dentro de su fiel servidor la esperanza se abrió paso lentamente en su corazón.

Miró a la joven. Trató de penetrar sus pensamientos pero una claridad irresistible le impedía ver más allá de los ojos negros. Le preguntó.─¿Es cierto que me has visto? He sido maldecido por la humanidad. Solo puedo llegar a ellos como un monstruo como este joven de piel morena o en los deseos de las almas ruines que me llaman.

Para ellos soy el diablo. Por eso han pagado y continuarán pagando. Ella le respondió afablemente. ─No puede ser tan malo lo que te pasa si miras bien a tu alrededor nuestros problemas son mucho peores.

Existe mucho sufrimiento gracias a ti en la tierra.

─ ¿Eso piensas? le dijo.─  ¡Mírame!

Se transformó en un horrendo animal. De esos que la gente dibuja para dar miedo a los niños o para animar películas terroríficas. Pero ella solo sonrió al ver la semejanza.

─ ¿Te atreves a reírte de mí? ─ Gritó el joven mientras la amenaza brotaba de su garganta como un rugido.

 ─  No me río de ti ─ Le contestó. ─ La gente teme a lo que no conoce. Es por eso que te ven de esa manera. En tu nombre reflejan sus miedos más profundos. Así es como ven el mal.

─ ¿Y tú no tienes miedo? ─ Le preguntó. La respuesta fue clara.─ Sí, tengo miedo. Pero sé que no eres así. Lo sé, porque creo en la vida, en los sueños. Creo en tu padre que te creó con una porción de sí mismo y en el amor. Porque con amor te hizo dios perfecto.

Sus palabras parecieron un conjuro de cuando mágicas criaturas poblaban el mundo. La magia de la fe sin manchas dio su mejor fruto.

La transformación fue instantánea había tanta luz que dañaba los ojos desprendía  un calor tan intenso que costaba respirar. Ella perdió el sentido. Cuando despertó allí estaba la mirada azul que la sorprendiera en la montaña.

El rostro maravilloso coronado de cabellos de oro vivo. La sonrisa que disipó la oscuridad para dejar ver la enorme ciudad gótica que levantaba sus torres doradas hacia el cielo desde el mar. Baltasar loco de alegría señaló la ciudad. El joven lo miró diciéndole, ─ Ve, los tuyos te esperan.

Para sorpresa de la joven Baltasar desplegó sus alas y desapareció a la velocidad del rayo.

─ No te asombres ─ le dijo Luzbel.─ A pesar de su apariencia es uno de mis más fuertes guerreros, implacable, veloz, un fiel servidor. Ven, quiero mostrarte algo que hacía muchos siglos no me detenía a contemplar.

La tomó de la mano. Caminaron por la orilla de la playa. Sus pies descalzos se hundían en la arena las olas rompían con suavidad en la orilla.

El sol se ponía lentamente en el horizonte inundando el cielo de rosa y fuego. Las estrellas llovían en la distancia. Era un espectáculo grandioso como si se asistiera al nacimiento de la creación.

Súbitamente la joven sintió una sensación de calor en sus cabellos. Un fuerte dolor la hizo cerrar los ojos arrancándole un gemido involuntario. El la apretó con fuerza. Una ternura creciente por aquella muchacha llegada quien sabe de dónde y por qué se abría camino en su corazón.

La llevó en raudo vuelo a su torre depositándola en la habitación del pabellón más alto. Parecía que desde allí se podía tocar el cielo solo con estirar los dedos. Cuando abrió los ojos descubrió que el la miraba con una mescla de admiración y ternura.

 Frente al lecho de colgaduras de plata había un enorme espejo. Casi se detiene su corazón cuando vio su imagen reflejada en él. Sus cabellos se habían tornado de color fuego intenso con reflejos metálicos que herían los ojos cuando la luz se reflejaba en ellos. Sus ojos eran como los de él azules, profundos e infinitos.

─ No sé cómo ni por qué has cambiado. ─ Le dijo Luzbel─  pero eres importante para mí. Puedo sentir la falta que me haces creciendo lentamente dentro de mí como las raíces de los árboles  bajo la tierra. Fluyes en mi alma como el aire que estoy respirando ahora.

Ella lo miró dulcemente atrayéndolo a su regazo acariciando la dorada cabellera que nadie tocara jamás. Sus manos se unieron suavemente mientras sus cuerpos se atraían con un magnetismo que hacía temblar los cimientos de piedra. Lo impuro no tuvo entrada en aquella entrega profunda que dejó marcas en ambos corazones difíciles de borrar.

Siguieron días plácidos para los habitantes de la ciudad rebelde. La esperanza volvía lentamente al desterrado príncipe que miraba con menos rencor hacia las alturas. Lía era feliz él le enseñaba sus costumbres. Paseaban cada tarde tomados de la mano.

 A veces tenía miedo cuando la sostenía del talle y volaban alrededor de la ciudad sobre el océano a la luz de la luna. A veces no podía creer que él la amara. Pero las muestras de cariño que le ofrecía a cada momento eran tan hermosas que su amor por él era más grande cada día .Luzbel lo sentía y era feliz por ello.

Baltasar regresaba al castillo todas las mañanas en busca de nuevas órdenes para los soldados. Pero las incursiones al mundo humano habían cesado. Las legiones demoníacas permanecían inactivas.

Parecía en aquellos momentos Ankara una ciudad como cualquier otra. Los jóvenes sentados charlando animadamente en los parques. También ellos tenían dones manuales. Confeccionaban lindos vestidos joyería  fina, vasijas de barro coloreadas que imitaban las aves del cielo y las flores del campo.

Había también un enorme coliseo donde los ángeles demostraban sus cualidades para la guerra. Eran entrenados por los generales más fuertes. Amenadiel, Ithuriel, Samael, Baltasar. Hermosos no había comparación entre ellos. Cada uno era único en su manera de ser. Maestros en todas las disciplinas de armas. Dominaban un elemento esencial.

Amenadiel controlaba el aire. Podía provocar huracanes, tornados, tormentas y tifones. Traer la muerte impidiendo la respiración a todo lo vivo que fuera corrupto.

Ithuriel controlaba el agua. Hacía su voluntad en cuanto a inundaciones, maremotos, penetraciones del mar. Todo líquido existente en la naturaleza era moldeado por sus manos. Su presencia era causa de males incalculables.

Samael controlaba la tierra y los animales impuros. Traer derrumbes, terremotos, erupción de volcanes y pestes era su misión.

Baltasar era señor del fuego y de la guerra. Controlaba la carrera armamentista en todo el mundo. Dirigía el ejército de ángeles del príncipe caído.

Luzbel era señor de todos los elementos. Podía transformar la materia dar vida a los muertos. Controlar el tiempo y apoderarse de la mente humana. Podía tentar a los hijos de Dios apartarlos del camino al cielo. Poseer sus cuerpos .Hacerlos abominables a los ojos del señor cuando cedían a las tentaciones que ponía en su camino para hacerlos tropezar.

Todo esto parecía haber quedado en el pasado. Había llegado una tregua para el mundo. Pero aún sin la influencia de los demonios este seguía su camino de maldad y destrucción.

En el cielo el señor de los justos asistía a la transformación de su hijo perplejo de que estuviera sucediendo tal anomalía.

Se había negado a mirar en el corazón de sus hijos dándoles libre albedrío como a los humanos. Por eso le sorprendía los pasos que daba su primogénito para su liberación.

No creía que hubiese perdón para la aberración en que se había convertido su hijo predilecto y le dolía en su alma inmortal. Pero al verlo recobrar su esplendor se preguntaba si aún había esperanza. La luz volvía a brillar con fuerza en medio de la oscuridad. El amor es la más bella la más radiante de las luces.

Sin embargo desde que esto sucedía sabía que algo no iba bien. Su segundo hijo Miguel el Arcángel de plata se comportaba extrañamente. Podía intuirlo por lo que deplorando en su interior la decisión decidió seguir sus pasos explorar su verdad.

Pasaron varios días. Más pudo la curiosidad de Miguel que despojándose de su armadura celeste se fue a la tierra en busca de su hermano a pesar de la prohibición de su padre.

Varios siglos atrás Miguel y Luzbel hacían visitas a la tierra para ayudar y proteger a la humanidad. Para llegar a la otra dimensión pasaban una prueba de fe. El valor la pureza de Luzbel le permitía mantener su bellísima forma natural en un cuerpo humano mientras Miguel se convertía en una bellísima mujer de cabellos rojos y ojos verdes.

Una tarde cuando regresaban de auspiciar un matrimonio entre sus fieles, Luzbel dijo a su hermano en broma.─ Eres la mujer más bella del mundo deberíamos casarnos tener muchos hijos. Seríamos los dioses de este mundo.

Desde ese día el pecado anidó en el corazón inmortal del arcángel de plata, que dejó de ver a su hermano como un ser inmaculado y codició en lo profundo el deseo carnal. Puso todo su empeño en hacerlo pecar para que fuera desterrado y así poder cumplir su objetivo apropiarse del hermoso cuerpo mortal del Arcángel mayor.

Él sabía que cuando los ángeles son desterrados olvidan sus vidas pasadas se convierten en humanos. Contaba con su excepcional belleza para después de su caída seducirlo.

Pero se hacía difícil su tarea Luzbel era un arcángel sin pecado. El amor la bondad eran sus armas. Era amado por todos. Su padre se sentía orgulloso de él.

Sin embargo príncipe era orgulloso de su saber amaba  su poder y  no mentía jamás de esto se aprovechó su hermano para hacerlo caer.

Esa mañana se prosternó ante el trono de Dios diciéndole ─ Padre tu hijo trama una rebelión contra ti me ofreció matrimonio y ser los dioses en el mundo de los hombres.

El padre de los cielos sintió dolor en su corazón sabía del carácter voluntarioso de su hijo pero creía en su alma libre de pecado a pesar de la calumnia tan terrible no tomó medidas. Decidió ignorar la acusación de su hijo menor cuyo empeño creció mientras crecía su maligno deseo.

Una tarde, sabiendo que su padre lo miraba conociendo el carácter bromista de su hermano y  que su padre no entendería el lenguaje que habían aprendido de los humanos en los habituales viajes al mundo físico. Se arriesgó hablándole de esta manera a Luzbel.

─ ¿Te acuerdas hermano lo que me propusiste el día de la boda de aquéllos mortales cuando regresábamos a casa?

Luz lo miró primero extrañado pero luego fingió seriedad y le dijo ─ Piénsatelo bien seremos los dioses de ese mundo. Después soltó su limpia carcajada y voló lejos.

Su padre sintió el golpe de una puñalada no creía lo que acababa de escuchar. Al ver sombrío su rostro Miguel sintió una salvaje alegría que su padre confundió con lealtad hacia él. ─¿Te alegras hijo de probarme que tu hermano conspira contra mí? No te he enseñado a ser cruel. Él se disculpó en apariencia pero sabía que la sentencia contra su hermano estaba firmada.

El padre se reunió con  Neo la conciencia celeste.

Estuvieron hablando largo rato. Neo le reprochaba su decisión de no mirar en el alma de sus hijos recordándole que solo Dios era sin pecado. Que la ira nunca fue sentimiento divino. Instándolo a recuperar sus poderes y recordándole que solo unificándose con su conciencia volvería a ser omnisciente.

Pero el señor no le escuchó.─ Si hago lo que me pides dejarás de existir y te aprecio mucho. ─ Neo le contestó ─ Un día no muy lejano deplorarás no haberme escuchado. Olvidas que yo soy tú en este cuerpo que has creado para mí. Quieres menos responsabilidades pero ser el señor del universo tiene su precio en dolor.

El señor mandó llamar a su hijo reunió  a todos los ángeles en asamblea suprema.

Allí delante de todos le preguntó ─ ¿Hijo mío le dijiste a Miguel que tú y él serían dioses en la tierra?

Al oír la pregunta Luzbel tembló mientras decía ─  Padre no has entendido. Toda mi vida te he sido leal sabes que no hay pecado en mi corazón.

─ ¿A caso dices delante de estos ángeles que yo miento hijo mío?─  dijo el padre.

Con  claridad omnisciente el Arcángel Mayor entendió que alguien le tendía una trampa que el pecado había llegado a los cielos. Su padre no lo entendería fallaría en su contra.

El dolor que sintió hizo que todo se hiciera gris una llovizna fría empezó a caer. El padre sintiendo el dolor del hijo  deploró en su corazón el juicio al que lo había sometido. Pero mal interpretó sus sentimientos diciéndole arrepiéntete hijo te perdonaré.

La llovizna cesó se sintió el calor del fuego cuando el arcángel de alas color zafiro contestó. No tengo de que arrepentirme padre no hay pecado en mi corazón.

Volvió a encolerizarse Dios su vos era un huracán cuando volvió a decirle que respondiera la pregunta. Luz no mentía jamás sabía que su respuesta lo condenaría pero contestó con valentía ─ Así ha dicho mi boca padre.

Hubo un murmullo que creció como huracán ante la respuesta. Los ángeles no lo creían pero la confesión era clara. Miguel se regocijaba en su interior creyendo haber consumado su deseo sin saber que le esperaba una decepción.

─ Explica tu conducta Arcángel Mayor exigió el padre.

─ Nada tengo que explicar padre como humano me expresé utilicé su estilo y costumbres para hablar es todo. No lo entenderías.

─ ¿Es todo dices?. Te has vuelto como ellos serás como ellos. ¡Desterrado! Esa es mi sentencia para toda la eternidad. Esa es la sentencia para el hijo indigno.

La brutal ofensa encolerizó al Arcángel su voz era la voz de muchos eones cuando respondió ─ ¡ No he pecado! Acepto el destierro. No quiero ser el hijo de quien juzga la palabra sin mirar el alma.

Encolerizado el padre gritó─ ¡ Abajo el zafiro, abajo el tridente milenario! Sin poder seas si has pecado sin gloria seas si has pecado. Solo la pureza de tu corazón en este día mantendrá el poder que heredaste  sobre toda la materia.

Fue tomado y expulsado pero un tercio de los ángeles se fue voluntariamente al exilio con él.

 Los hombres vieron llegar a los ángeles desterrados en forma de lluvia de estrellas. Tuvieron tanto miedo a lo desconocido que crearon una maldición sobre un monstruo que bajaba de los cielos envuelto en fuego.

Terriblemente afligido el Arcángel mayor llegó al mundo. Los humanos vieron que bajaba de los cielos echando fuego y azufre por eso cuando sus pies tocaron la tierra su belleza había desaparecido pero no su fuerza.

El pecado no había tocado su corazón por eso mantuvo su poder. Como arcángel seguía siendo el más fuerte después de Dios y del arcángel Nova el portador de la corona de estrellas y la armadura rubí el destructor de galaxias. Este arcángel Sostenía la corona de los mundos del señor del universo se debía únicamente a Dios.

Los ángeles le temían no parecía tener voluntad. Ejecutaba fríamente las órdenes del señor y mientras los ángeles lloraban ante la vida que se apagaba en mundos que ya no podían sostenerse mientras escuchaban las plegarias de las formas de vida pidiendo piedad al cielo. Este arcángel vomitaba fuego y hielo destruyéndolo todo en una explosión gigante que traía consigo la destrucción pero también el nacimiento de un astro joven.

Luzbel odiaba particularmente a este arcángel nadie había podido ver su rostro jamás. Su silueta se mantenía protegida por un haz de llamas color de fuego.

El día de la expulsión de Luzbel Nova se encontraba camino a casa. El señor sentía su falta. Quedó atrapado en la avalancha entre el cielo y la tierra. Que no regresara significaba que no luchó por su vida.

Iba sin su armadura. Ni siquiera la poderosa visión del señor lograba encontrarlo. Al prometerse no mirar en sus almas perdía el poder para encontrarlas pero sabía que solo dos ángeles Miguel y Luzbel podían dar con él. Sus cuerpos se atraerían. Nova estaba diseñado para exterminar cualquier manifestación material o espiritual. Pero estaba unido a los Arcángeles por un lazo difícil de romper.

Cuando Miguel vio en lo que se había convertido su hermano lo desechó de su pensamiento y de su corazón sin remordimiento alguno el mal ya estaba en él. Pero ahora al ver que había recuperado su hermosura el pecado adormecido había regresado con más fuerza decidido a obtener lo que deseaba viajó a la tierra.

Lía dormía  Luzbel estaba en lo alto del campanario viendo pasar las nubes cuando sintió la presencia. ─¿A qué debo el honor hermano después de tanto tiempo? No eres bienvenido aquí.

─ Sabes que mi padre me tenía prohibido venir.─ ¿Entonces a que has venido?¡ Yo te amaba hermano! Si hubieras estado en mi lugar yo me hubiera ido contigo sin pensar lo que diría mi padre.

El pecado hirviendo en su sangre hizo imprudente a Miguel que le contestó─ Pero ahora estoy aquí podemos estar juntos.

 Le tomó las manos lo oprimió con las redondeces de sus pechos mientras sonreía. Este contacto impuro desagradó a Luzbel desde lo profundo de su corazón.

─ ¿Qué crees que estás haciendo?─ le preguntó.-¿Seduciéndote no lo ves? todo estuvo muy bien planeado hasta que te convertiste en esa cosa pero ahora te quiero para mí serás mío como planee desde el principio.

La certeza entró como un cuchillo en el alma del príncipe mientras Miguel se reía malévolamente. Ignoraba este que como el alma del príncipe celestial estaba sin pecado cuando llegó al mundo conservaba intacta toda su energía.

En un arranque de furia desplegó el arcángel mayor sus alas de fuego dañando seriamente el cuerpo mortal de Miguel que se libró a duras penas del homicida ataque.

Amedrentado por la poderosa demostración con odio creciente le dijo ─ Volveré. Sin tu armadura serás fácilmente eliminado por mis rayos de diamantes a ella la mataré no te dejaré ser feliz. Cómo es posible que prefieras a esa sucia mortal que a mí.

El padre desde su trono miraba con pena y determinación. Deploraba el error el destierro de su primogénito la perfidia de su hijo menor. Recordó las palabras de Neo .

Se había negado a mirar en sus almas y ahora medía las consecuencias de sus actos solo Dios es el principio y el fin solo Dios es sin pecado. Toda creación perfecta es imperfecta en su concepción.

Luzbel corrió a la habitación donde Lía dormía estaba bañada en sudor, temblaba. Llamó a gritos a Baltasar su corazón temía lo inexplicable. Hacía varios días que la miraba dormir la veía desvanecerse lentamente diluirse, desaparecer. Luego volvía a materializarse. Tenía miedo perderla había buscado entre los sabios la respuesta sin encontrarla.

Pero Baltasar tenía la respuesta increíble, dolorosa. Así le dijo. ─ Señor tiene que ser fuerte para escuchar la verdad. Ella es un alma que no ha pasado la barrera primera. ¿Por qué  su alma vino a parar aquí? Quizás solo su padre lo sepa. Pero su cuerpo mortal vive está reclamando el alma que mora en su interior debe dejarla marchar.

─ Nunca Baltasar.─  Ella es mía por amor me pertenece ─Señor si no la deja marchar su cuerpo morirá su alma irá a su lugar de descanso, la perderá para siempre.

Si vive puede buscarla por el mundo

 ─ Ella me olvidará Baltasar─ Le respondió el príncipe con un hilo de voz. Ellos olvidan.

 ─ No señor ella es diferente usted lo sabe. La encontraremos.

Lía sonrió tristemente estaba débil le tomó las manos a Luz mientras le decía ─ he vivido a tu lado la felicidad que nunca tuve. No olvidaré jamás lo que se siente ser amada. Me voy pero sola para poder encontrarte de nuevo. No quiero el paraíso sin ti.

 Siguió diciéndole ─ Voy a condenarme contigo compartiré el castigo que dios te imponga voluntariamente. Solo me importa nuestro amor. Búscame no me olvides. ¡Te prohíbo olvidarme Luzbel! Le decía mientras se desvanecía inexorablemente las lágrimas corriendo por sus transparentes mejillas.

El dolor por la pérdida era imposible de describir. La impotencia hizo que en el corazón del arcángel la luz y las sombras iniciaran una danza macabra. La ciudad se oscureció negra ceniza empezó a caer de los cielos.

El señor de los mundos lloraba en su trono mientras el hijo levantaba su imprecación contra el cielo. ¿No me dejarás ser feliz padre?¿Me seguirás castigando toda la vida? ¿Qué quieres de mí?

En el mundo espiritual Miguel se alegraba del sufrimiento del hermano todavía ignoraba que su padre lo sabía todo. Se había ajustado la armadura de diamantes para cumplir su amenaza y con una cara de inocencia perfecta pidió la bendición del padre para ir a patrullar estrellas.

 El Señor tomó una decisión fue hasta donde estaba la armadura de zafiros del arcángel mayor e invocándola le ordenó.─ Busca, protege a tu señor. Tras ella envió  el tridente milenario. Después se paró ante su trono tomando la flamígera armadura de Nova  y alzó su voz.

─ Destructor de mundos arcángel de fuego y hielo donde quiera que estés protege tu corazón. Sé que estas en peligro aunque no pueda verte. Que los hermanos te hagan despertar con la furia de su lucha. Despierta para que reine la armonía. Que la muerte y la vida traigan el equilibrio al universo.

En forma de enormes gemas una azul una roja partieron hacia la tierra las celestes armaduras parecían colorear el cielo.

En el mundo físico Lía despertaba de un coma que duraba ya varios meses. La primera cara conocida era la de su padre. Todo estaba muy confuso dentro de su mente.

Al otro lado de la habitación estaba su pareja. Parecía emocionado de verla despertar. Le tomó la mano con ternura mientras acariciaba sus cabellos. Pero su cuerpo reaccionó negativamente al contacto por medio de violentas convulsiones.

Sentía como si fuego y hielo corrieran por su cuerpo a velocidades ultrasónicas. Entonces recordó la ciudad la habitación de la torre con sus cortinas de plata.

 El océano, a él. Aquella mirada azul donde cabían los secretos del universo sus manos que podían levantar el mundo. Aquel cuerpo perfecto y suyo que fue la primera creación divina.

No podía dejar de llorar. La conciencia de la pérdida, el recuerdo de la última noche. La desesperación del príncipe su último abrazo y la promesa de encontrarla se fundían en dolorosas imágenes. Todo había llegado de un golpe afectando su equilibrio frágil.

 Pero ella creía en esa promesa en medio del dolor, la esperanza era un oasis donde su alma encontraba paz.

Su pareja intentó tomar su mano pero ella la retiró suavemente mientras le decía.

─ Quizás no sea el momento adecuado para conversar de lo que pasó pero es el único tiempo que tendremos. No quiero que te vayas sin decirte que al fin he encontrado mi camino y ya no estás en él. ─ continuó con voz firme

─ He valorado mi vida y comprendido que el alma es capaz de elevarse y llegar a lugares donde solo llega la imaginación. Comprendí que es posible valorar la felicidad después de haber sufrido mucho cuando la alegría o los placeres nos han sido negados.

Agradezco la etapa de sufrimiento que viví a tu lado que me permitió encontrar, amar al espíritu morador de la tierra que una vez habitara en el cielo. Tengo un nuevo propósito si debiera esperar esta vida y otra vida esperaría.

 Hay esperanzas después de la muerte el alma es inmortal perdurará aun cuando el cuerpo físico haya dejado de respirar y moverse.

 Rafael que así se llamaba el joven la escuchaba con atención pero sin entender lo que ella le estaba diciendo. Su mente no aceptaba los conceptos que acababa de oír. Pensó que eran solo delirios de una mente perturbada por el coma que poco a poco recobraría su serenidad. Por eso le dijo ─ descansa mañana estarás mejor.

Fuera de la habitación se escucharon gritos pasos de gente aterrorizada. El cielo se había coloreado de rojo una bola de fuego gigantesca avanzaba a gran velocidad parecía dirigirse hacia el edificio donde se asentaba el hospital.

No sabían dónde esconderse parecía no haber salida. Los cristales de la habitación de Lía se rompieron en diminutos pedazos. El tiempo parecía haberse ralentizado cuando la llamarada irrumpió y se estrelló en el pecho de la joven dejando al descubierto un rubí del tamaño de un puño que se hundió en su carne protegiendo el corazón. Sus cabellos parecían llamas vivas cuando abrió los ojos allí estaba la mirada que parecía contener el universo.  

Joel estaba sorprendido lo había visto todo pero seguía sin entender. Aquella joven que yacía en la camilla era y no era la suya. Sabía que acababa de perderla que habían sucedido cosas que no podría explicar.

 Se alejó de su lado sin remordimientos liberado de aquel compromiso que le había atado hasta el momento en que la vio envuelta en llamas. La verdadera esencia de su relación fue debelada no la amaba le temía. Era un sentimiento siempre latente en su interior ahora que sabía que lo constataba se sentía libre al fin.

 En la montaña el zafiro estaba nuevamente en poder de Luz que levantó los ojos al cielo comprendiendo que al fin su padre se había dignado a mirar dentro de sus corazones encontrando las respuestas que había ignorado por propia voluntad.

 La Lucha era inevitable. Podía sentir el batir de las poderosas alas de su hermano que llegaba a su encuentro oler su odio en el aire.

 Así fue sin una pregunta sin siquiera mirarlo Miguel dirigió el poderoso haz de luz del cetro de diamantes sobre su hermano mientras le gritaba, ─ te lo advertí lástima destrozar tan hermoso cuerpo pude haberme divertido mucho con él.

─ No lo creo ramera celestial fue la respuesta de Luzbel después de haber esquivado el poderoso ataque.

Cuando vio la armadura de zafiro proteger a su hermano comprendió que su padre ya sabía la verdad. Pero se dijo a sí mismo que no se quedaría sin su venganza ralentizando el tiempo salió dispuesto a matar a Lía en el plano terrenal.

Luzbel salió tras él temía llegar un minuto tarde. Fue una conmoción la entrada en el hospital de los arcángeles las brillantes alas desplegadas el caminar firme del ángel de plata. Luego el ser de las alas azules y los cabellos de oro. El estruendo de la pelea se levantaba hasta los cielos. Baltasar y Amenadiel llegaron al lugar de la lucha el príncipe les recomendó proteger  a Lía.

 Pero era tarde Miguel había dirigido sus mortales rayos de luz hacia la habitación de la joven reduciéndola a escombros causándole a Lía  múltiples heridas. Ambos llegaron al mismo tiempo a su lado la sangre corría por su lindo rostro tenía el pecho destrozado por los escombros.

En un acceso de salvaje furia Luzbel levantó su tridente ─  te mataré maldita bestia.

Cínicamente le respondió el arcángel.─ Puedes matarme pero ella ya no estará para consolarte en tu eternidad. Haz hecho mucho mal no podrás regresar al cielo. Estarás aquí solo. Te ofrezco quedarme contigo juntos gobernaremos este mundo.

La respuesta fue dura la furia concentrada podía tocarse con los dedos. ─ Prefiero recordarla lo que dure mi eternidad que estar un segundo más a tu lado. Levantó el tridente se dispuso a dar el golpe final cuando ella habló.

─ No lo hagas. Es un arcángel espíritu de Dios. Sería tu condenación eterna.

Ambos se dieron vuelta. ─No puedes estar viva dijo Miguel mientras la atacaba con tanta rapidez que Luzbel no pudo prever el ataque atenazado por la sorpresa por una sospecha terrible que se habría sendero lentamente en su corazón.

El ataque del arcángel fue absorbido por el cuerpo de Lía que se cubrió de llamas coloradas mientras tres pares de poderosas alas de fuego la alzaron de la tierra. ─ Vuelve a atacar─ le dijo a Miguel,─ y me darás la satisfacción de borrar tu mancha de la creación.

Terriblemente asustado Miguel soltó su cetro ante los dos poderes que podían destruirlo. Baltasar y Amenadiel se inclinaron ante Nova el arcángel destructor de mundos.

Luzbel estaba anonadado mientras le decía, ─¿Tú lo sabías? ¿Por qué no me dijiste la verdad? Me engañaste todo el tiempo. En su corazón se habría una gran pena.─ ¿Eres mi hermana?¿ Cómo podré vivir sin ti?. ¿Cómo podré vivir con lo que hemos hecho? Hemos ofendido a Dios.

Ella fue hacia él le tomó las manos sus lágrimas al tocar el suelo se convertían en flores rojas como gotas de sangre.

─ No lo sabía Luzbel. Hace muchos siglos cuando te expulsaron de casa yo regresaba de la tierra. Ya te amaba. También yo viajaba al mundo de los hombres aprendí sus costumbres. Como tú supe del amor. Comprendí que no podría vivir sin tu presencia allá con nuestro padre. Salí tras de ti pero mi cuerpo humano estaba débil no podía contener mi fuerza se estaba deshaciendo. Baltasar creó un campo magnético para proteger tu llegada a la tierra que acabó con mi cuerpo humano. Me aprisionó en un nuevo nacimiento. Estuve tan cerca de ti ese día. Después olvidé todo. He renacido como humana muchas veces al fin te encontré.

Se le acercó acarició su rubia cabeza besó sus ojos sus labios.─ Me quedaré contigo le dijo. ─Te amo no te dejaré otra vez. Compartiré tu castigo.

Pero él se levantó. ─Te quiero más que a nada pero no te haré pecar otra vez. Mi padre te necesita debes ir con él. Pídele perdón por lo que hemos hecho te perdonará. Yo hice mucho daño debo expiar mi culpa.

Miguel que no había hablado en largo rato dijo. ─ Mi victoria es completa has renunciado al amor¡ sufrirás! Los humanos olvidan pero nosotros somos ángeles amamos para siempre. También me río de ti arcángel Nova. Ni con toda tu enorme fuerza has podido retener el amor.

Hubo un silencio triste solo roto por las carcajadas de Miguel que caían como puñaladas en las almas de los enamorados.

No hago desaparecer tu infamia de este mundo arcángel de plata porque deshonraría nuestro código.

─ Pero yo si lo haré Nova. Dijo el príncipe al final no podré vivir sin ti haré una obra digna. Levantó su tridente dispuesto a cumplir su palabra mientras el hermano aterrorizado pedía misericordia a Dios.

─ Baja tu arma Hijo mío. Era el Señor que había dejado su trono de estrellas para hacer justicia.

Los ángeles se inclinaron mientras el señor acariciaba la dorada cabellera de Luzbel conmovido por la fuerza y la bondad que demostraba.

─ Me he equivocado reconozco que soy culpable de tu sufrimiento hijo mío. He aprendido una lección de amor de todos ustedes.

De los ángeles que abandonaron el cielo por amor a mi hijo de mi hijo amando a una joven con el alma rota.

De la joven que sin saber quién era ella te amó creyó en ti y en mí aceptando quienes somos con fe limpia.

Y una lección de aceptación al ser traicionado por mi propia creación.

He recuperado los poderes que repartí intentando delegar mi función de protector y creador del universo. Comprendí la responsabilidad que tengo sobre todo y sobre todos. Seré una vez más omnisciente, omnipresente en todas partes a cada momento en todas las cosas.

Yo soy el creador la conciencia celeste. Todo lo que existe lo he creado  no volveré a olvidarlo

Quiero que sepas Arcángel Mayor que a pesar del daño que has causado demostraste que tu alma inmortal vive y brilla en tus actos y decisiones. No podrás ir al cielo todavía pero seguirás demostrando que eres digno.

Este mundo necesita un juez  solo los justos heredarán la tierra prometida. Los que sean sin pecado los que superen las tentaciones terrenales, los verdaderos puros de corazón.

Juzga con integridad pero duramente porque el corazón de los hombres se inclina hacia el mal. Te doy el poder para ver dentro de toda alma maligna, crear destrucción sobre todas las almas malignas que conservarás y castigarás hasta el día del juicio.

Construye el infierno para castigo de los inicuos como yo construí el paraíso para los justos esa será tu tarea de ahora en adelante.

Pero no solo te daré trabajo hijo mío tu amor me conmueve porque con amor fue creado todo lo que existe.

Te daré todo lo que dura una vida humana para que compartas la vida con la mujer que has elegido. Nova olvidará su vida en el cielo y morirá como humana a tu lado para luego renacer como el arcángel poderoso que siempre será.

Volverás a conocer el dolor de la pérdida cuando ella muera pero eso te hará más fuerte. La felicidad se aprecia mejor ante lo inevitable que es  la mortalidad y ella seguirá amándote desde el cielo hasta que se reúnan para siempre el día del juicio.

 Los ángeles no olvidan al final de los tiempos te reunirás con Nova. Ella no es tu hermana es la fuerza destructora que construye. La creación que ha tomado forma engendrándose a sí misma. No se avergüencen de su amor que no es prohibido. Luzbel hijo debo regresar a mi mundo. Haz el trabajo que te he encomendado con limpieza de corazón vive tu amor cada día como si fuese el último.

Ustedes son dos poderes distintos dos tiempos unidos por lo más poderoso, el amor, lo increado, el que se crea a sí mismo cuyo destino es estar siempre juntos en espíritu y verdad.

Defiende a los que aman la verdad sé un juez justo. Aprende de mis errores. Aquí en la tierra eres un Dios. Ellos te ven como un demonio sin piedad. Demuestra tu equidad e imparcialidad en cada juicio. Desde ahora y por siempre serás conocido como el juez de los condenados.

Los dos arcángeles se abrazaron mientras mesclaban sus lágrimas. Luzbel preguntó a Nova aun preocupado por el sacrificio tan grande  que ella tendría que hacer ─ ¿Estás segura que quieres renunciar a tu inmortalidad y a tu poder por tanto tiempo solo para quedarte aquí conmigo?

─ Si nuestro padre no me preguntó es porque conocía mi respuesta. Una vida será poco para vivirla a tu lado. Por estar junto a ti me convertiría en viento para rozar tu cuerpo y tus labios. En luz para acariciarte y darte fuerza. En la tierra para sostener tus pasos.

Mi amor es demasiado grande para caber en una sola de vida después de esta será inmenso y me ayudarán a sostenerlo las estrellas.

Dios se regocijaba de la felicidad que acababa de dar Miguel el hijo indigno se retorcía los dedos de rabia y maquinaba futuras venganzas.

Pero el señor del universo le tenía reservado su castigo.─  A ti arcángel de plata gracias por demostrarme lo equivocado que estuve dándole libre albedrío a los arcángeles. Por eso tu disolución no será inmediata. Te daré toda una vida humana para meditación y arrepentimiento. Tu castigo será ver la felicidad de tu hermano encadenado a mi trono. Felicidad que quisiste impedir con indignas acciones. Si tu arrepentimiento es verdadero vivirás. Recuerda que tus acciones ya no son un secreto para mí. Esfuérzate si deseas vivir.