"El mundo está luchando con una situación económica verdaderamente preocupante y en momentos como éstos existe la tentación de olvidarse de los que no tienen voz y de pensar en la propia dificultad", señaló. Benedicto XVI ha insistido en que los cristianos, "especialmente cuando se viven tiempos difíciles, tienen que trabajar duramente para asegurarse de que el mensaje de consuelo del Señor sea escuchado".
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Claro, a río revuelto, ganancia de timadores (¿era así, no?)
#1: Pues no entiendo la duda (y menos por qué no la has puesto)
De todas maneras, podrían dar ellos la mitad de sus riquezas y entonces preciarían con el ejemplo.
Será cínico el sacro emperador teutón.
El papa Benedicto XVI ha instado hoy a los cristianos a no ser egoístas y a ayudar a los pobres y a los que no tienen voz durante la profunda crisis económica que atraviesa el mundo, en una alocución a los miembros de la "Papa Foundation". Su Santidad ha añadido que si él y su Iglesia fueran cristianos, no dudarían ni un momento en repartir entre los pobres los cientos de miles de millones que poseen en bancos, empresas, acciones, tierras, palacios, obras de arte, oro, joyas, ornamentos, etc.
El Pontífice ha recordado destacadamente que los cristianos deben tener siempre muy presentes las palabras de Jesús, y ponerlas en práctica para dar ejemplo al mundo. Así, les recordó algunos pasajes de los Evangelios, por ejemplo, el de San Mateo (6, 19-21): “No amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban. (...) Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.”; el de San Lucas (14, 33): “Pues, de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.”; el de San Marcos (10, 21): “Anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme.”
“En una cosa sí que debéis tomar ejemplo de mí y mi Iglesia –ha continuado diciendo el Santo Padre–: en no escatimar a los pobres las palabras de resignación, sumisión y humildad, para que les sirvan de consuelo en su desgracia.”
Finalmente ha terminado diciendo: “Estad seguros de que Nos, y todos los cardenales, arzobispos, obispos, abades, canónigos, etc., desde nuestros palacios, mansiones, monasterios y basílicas, no dejaremos de rezar devotamente por los pobres que están sufriendo esta dura crisis, ni dejaremos de alentarles, por todos los medios a nuestro alcance, para que no pierdan la esperanza de que quizá un día en este mundo les toque la Primitiva y puedan gozar de los lujos, riquezas y comodidades de las que nosotros gozamos gracias a la protección de Nuestro Señor y del dinero que sacamos a los políticos y a los contribuyentes. Pero, además, incluso en el caso de que eso no les suceda, no deben perder nunca la fe, la ilusión y la esperanza de que en la otra vida Dios les concederá la máxima felicidad y el máximo gozo en la gloria celestial por toda la eternidad”.