Estamos en pleno verano y pasar calor debería ser lo normal y lo que deberíamos experimentar todos, pero esta afirmación es errónea. Es tan fácil de desmentir como que sabemos que, por ejemplo, en la ciudad de Madrid estaremos de media a 25° en un piso del distrito de Salamanca y a 34° en una casa del de Vallecas.
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Pero tampoco hace falta irse a la clase muy pudiente del barrio de Salamanca para tener aire acondicionado, no hace falta exagerar las cosas.
Los ricos del barrio de Salamanca están muy por encima de la renta necesaria para poder tener aire acondicionado, no jodamos...
El problema de los dos pollos es cada vez más acuciante, ya sabes, yo tengo dos pollos, tú no tienes ninguno, pero en promedio tenemos un pollo cada uno.
El número de familias con ambos miembros trabajando que tienen que elegir entre 'encender el aire' o 'ir al fisioterapeuta' por un problema muscular, entre 'encender el aire' o 'ahorrar para el inicio del curso', entre 'encender el aire' o 'pagar el seguro de hogar' ... no para de crecer.
1 de cada 3 hogares no llegan a final de mes. Ese es el dato, y cuando rascas un poco en la vida de las personas, te das cuenta, que además de un dato es una realidad relativamente cercana aunque tú no la sufras.
La pobreza energética es una de las diferencias de clase más insidiosas y que menos se aprecia, pero está ahí, una más. Quizá en la que más familias con dificultades económicas recortan. La diferencia entre vivir todo el año a 25°C o sudar como un cerdo en verano y tiritar en invierno. La diferencia entre tener, o no tener, una buena calidad de sueño, una buena capacidad de concentración para estudiar, unas condiciones adecuadas para teletrabajo, etc, etc.