Dice el refrán que la curiosidad mató al gato, pero en este caso la curiosidad del gato no sólo no le mató, si no que salvó la vida a un hombre y le valió un reconocimiento público al minino.
A un gato le puedes dar un diploma, reconocimiento, aplausos, los juguetes más caros y las gatas más en celo, pero si lo que quieres es hacerlo feliz dejale dormir y dale un rollo de papel de WC para cuando le apetezca jugar.