¿Prevarica el juez Llarenas?

Antes de opinar sobre este asunto quiero contextualizar el por qué de esta pregunta. Como todas las mañanas, hoy he estado escuchando la tertulia de RNE. Porque es un buen termómetro para medir el estado de shock del “stablisment de la prensa seria” y analizar de manera directa su miserable papel de mantener a la plebe, (en la que me incluyo), en el estado de información confusa, o desinformación, más absoluto. Lo chocante para el que no esté preparado para el engaño es presenciar el fallo de matrix, (hace años que me tragué la pastilla roja) es decir, cuando la realidad se empeña en aplastar el mundo de ficción paralelo que montan a diario los “medios de comunicación sensatos” para influir tendenciosamente en la opinión de los que se informan a partir de ellos.

¿Y por qué elegir RNE y no otro medio de comunicación claramente más fértil en la creación de esos mundos imaginarios como OKDiario, por ejemplo? Primero, porque lo pago con mis impuestos y creo que tener el derecho a estar bien informado. Segundo, porque en el segundo caso la zafiedad de la manipulación es tan burda y evidente que salvo ciudadanos de pensamiento boto, no engañan a nadie.

Hay que escuchar los informativos y presenciar las tertulias televisivas de los que juegan en la primera división de la manipulación. Para jugar en esa liga hay que usar sutilezas en las que hay que manejar a la perfección los tiempos en la dosificación de las noticias, el foco y la intensidad en los aspectos irrelevantes que se quieren magnificar, la precisa administración de las medias verdades, los amagos de lo que digo pero no digo cuando en realidad lo digo, la interpretación de los hechos mezcladas con los propios hechos acaecidos y un sinnúmero de estrategias que sólo dominan con maestría y primor los que manipulan en la cúspide del cuarto poder.

Hoy, uno de los tertulianos participantes en la cadena que pagamos todos de nuestros impuestos ha confesado sentirse en estado de shock por el fallo de los jueces alemanes. Era algo que, según él, no se podía esperar (por mi parte he pensado, no lo esperarías tú “so merluzo colaboracionista” que has llegado a creerte tus propias mentiras).

Debe ser duro encajar una hostia en los belfos, de manera repentina y sin haberlo esperado, del tamaño de una capa de esos bacalaos salados que cuelgan en las antiguas tiendas de ultramarinos. Un revés con los nudillos bien prietos sin anestésico y, así, a bote pronto. No contento con confesar su estado de conmoción el tertuliano ha intentado desprestigiar de manera sutil el fallo del juez alemán. En su soberbia de no aceptar en buena lid lo que podría ser una posibilidad más que probable, para los no lobotomizados por la basura mediática, ha insistido en que el que ha fallado en su apreciación de no delito ha sido un juez menor. ¿Habrase visto? Un juez regional de un länder alemán en contra de la argumentación usada por todo un Tribunal Supremo de un Estado soberano como es España. En su descripción poco menos que un paleto alemán, disfrazado con la toga de juez, osaba poner en tela de juicio las decisiones de lo más florido y granado de nuestro sistema de justicia.

Hay que ser imbécil para sembrar aún más dudas en un buen entendedor de por dónde van los tiros en la separación de poderes de este país. Una separación que más que el cisma que debería de mediar entre ambos poderes parece un contubernio que demuda peligrosamente, y cada vez más rápido, en los vicios de los regímenes políticos asociados a las más corrompidas Repúblicas Bananeras.

El grado de autoengaño y autoafirmación grupal que se está dando en amplios sectores e instituciones de nuestro país, incluido el Supremo, está nublando de manera preocupante el pensamiento objetivo individual de los miembros que los forman y nada mejor que una tercera parte, (no implicada y alejada del problema y que lo analice con la necesaria lejanía), para introducir un mínimo de objetividad en la resolución de los mismos.

Que todo un Tribunal Supremo se ponga de acuerdo en una situación de autoafirmación grupal no quiere decir que no cometa fallos de apreciación que un simple juez regional, de un país foráneo aficionado al consumo consistente de salchichas, pueda detectar.

Pero volviendo al juez Llanera. Recuerdo haberme quedado en estado de suma confusión al haber leído algunas de las argumentaciones que usó en su auto el juez para fundamentar el delito de rebelión, puesto que me hizo recordar vivamente la película de ciencia ficción Minority Report.

En dicha película se escenificaba un mundo distópico en el que unos ciberpolicias de la unidad de precrimen arrestaban justo a tiempo a los que con toda probabilidad cometerían los crímenes en el futuro antes de que pudieran hacerlo. Para ello contaban con la extraordinaria capacidad de unos psíquicos que visualizaban el futuro en un estado de letargo inducido y que avisaban previamente a los policías de la unidad.

Era como si este juez, a tenor de sus escritos, tuviese la prodigiosa capacidad para vislumbrar en el futuro, con la más absoluta clarividencia. Un juez con la sublime capacidad para alertar al Estado de la posibilidad de que se cometieran delitos de violencia adicionales en el futuro que justificasen en el presente, aún más, el delito de rebelión. Una especie de fallo preventivo del juez que adivina el futuro. Sin duda el juez Llarena sería un serio candidato a uno de estos psíquicos de la unidad de precrimen.

Y como no creo que se haya inventado todavía el medio de transporte para transitar por agujeros de gusano, para así poder presenciar el futuro y regresar al presente con las pruebas de los hechos que se puedan producir en un futurible, ni que el juez Llarena se induzca en extarños estados de letargo en los baños de sales que se da en la bañera de su casa, creo que es más lógico usar la lógica de la navaja de Ockham y concluir que es más probable que el juez prevarique a que tenga acceso a una tecnología aún no desarrollada o a unos poderes propios de sobrehumanos.

Por tanto, y concluyo, y dejo la pregunta de "mala leche" para los que crean conocerla. ¿Por qué los prevaricadores han sido siempre los jueces incómodos para el legislativo?