Desde el inicio de la crisis de la COVID-19 la telemedicina se ha instaurado como alternativa a la congestión de las consultas presenciales y a los posibles contagios entre pacientes de riesgo. Sin embargo, aunque la carga de trabajo se refleje en una lista telefónica en lugar de la sala de espera, no ha aliviado el colapso en la Atención Primaria.
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Alucinante. Ahora resulta que el problema de que la sanidad publica funcione a papel es de la privada. Cierto es que la sanidad privada recibe en forma de conciertos fondos de la publica pero achacar que esa es la causa del mal funcionamiento de la publica es un atrevimiento.
De hecho, en el mismo párrafo dice: "No equipar a la sanidad pública no es solo una cuestión de marketing, ya que dejas que su imagen se deteriore a ojos de la ciudadanía mientras que los gurús de la privada juegan a fascinar, sino que es una decisión política",
Además la destrucción del sistema público beneficia directamente a las empresas sanitarias privadas, por lo que el riesgo de corrupción política es enorme, como se está viendo en Madrid desde hace años por ejemplo.
El problema no es no poner más teleoperadores, sino no poner más médicos. En la privada lo entiendo porque estan para ganar dinero, pero en la publica no deberiamos dejarnos engañar con que una llamada de telefono vale.
El problema es sustituir toda la casuística de la atención primaria y forzar a todos los pacientes a usarla (sin tener en cuenta a personas con necesidades especiales, gente con problemas para usar nuevas tecnologías o sin acceso a ellas, etc, etc) Y deshacerse de médicos (caros) para sustituirlos por teleoperadores (baratos no, regalados)