Recién arribada a Buenos Aires el subte línea D me regaló el piropo del día, del mes, del año: "Disculpe. Tengo 86 años y me bajo en la próxima estación, pero antes quería decirle que he estado observándola detenidamente durante el trayecto y es usted admirable... Educada, simpática, bonita, prolija. Admirable. Como las chicas de antaño". Me sonrojé, claro, pero atiné a sonreír y a agradecer muy amablemente la cortesía. Pensé, luego: ¡Qué lindo que es estar de vuelta en Argentina! Y, también, que esa situación jamás podría darse en Bilbao.
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Un piropo ingenioso y bien tirado no ofende y puede romper hielo, una barbaridad hace que la tia te tome por un oligofrenico sexual.
En el País Vasco seguro que triunfan los Argentinos, en Alemania puedes triunfar si eres latino, en Andalucía supongo que triunfará un rubio de ojos azules, y así. Seguro que todos triunfamos más en cuanto nos vamos donde son distintos en algo a nosotros.
Al fin y al cabo, instintivamente las mujeres buscan genes distintos a los de su "tribu", lo cual es una magnífica forma de aumentar la variedad genética y facilitar la supervivencia de la especie a largo plazo.
A mí no me gustan los piropos, la apariencia física es algo efímero, aleatorio y una forma de cosificar a las personas. Prefiero que se valore a la gente por sus actos. A parte me parece de mal gusto ponerse a gritarle a alguien que no conoces (y más si es algo desagradable), que perfectamente puede ser una persona tímida a la que le hagas pasar un mal rato.