#1 Sí, con lo bonita que es la ilusión de creer en un ser imaginario que trae regalos a los buenos y somete a las mayores crueldades y puniciones a los malos...
Lo que no habéis entendido es que la madre llora porque cree que su hijo irá al infierno. No va a dejar de creer en dios a esas alturas porque su hijo se lo diga.
Lo primero indica al hijo que las atenciones y regalos que creían venir de un desconocido, vienen de su madre. Lo segundo indica que en vez de depender de un señor irascible e imprediscible, dependemos de nosotros mismos.
Comparar a santa claus con dios, ¡já, menudo atrevimiento!
Podemos tener una certeza altísima que nos permite afirmar que efectivamente, el señor gordo y generoso de rojo es sólo un personaje imaginario de la infancia, sin embargo, evaluar de la misma forma a la figura de dios como creador del universo o como causa inicial de todo lo que conocemos (no necesariamente un señor con barba en las nubes), eso es algo que sólo los fundamentalistas ateos harían, de manera similar a sus contrapartes creyentes. Afortunadamente, algunos ya hemos trascendido a ese dilema.
[agnostic mode=off]
#21 Quizás porque a nadie le interesa convencerte. La lobotomía en este caso es irreversible, lo que hay que hacer es educar a las nuevas generaciones para pensar por sí mismos y no creer en los cuentos que papá y mamá le cuentan para que se porte bien.
Oh, disculpa, no debí meterme en tu diálogo contigo mismo.
si, muy bien, pero estira un poco la falda que se te ve la silla de ruedas
Lo primero indica al hijo que las atenciones y regalos que creían venir de un desconocido, vienen de su madre. Lo segundo indica que en vez de depender de un señor irascible e imprediscible, dependemos de nosotros mismos.
En ambos casos, una llamada al amor.
Podemos tener una certeza altísima que nos permite afirmar que efectivamente, el señor gordo y generoso de rojo es sólo un personaje imaginario de la infancia, sin embargo, evaluar de la misma forma a la figura de dios como creador del universo o como causa inicial de todo lo que conocemos (no necesariamente un señor con barba en las nubes), eso es algo que sólo los fundamentalistas ateos harían, de manera similar a sus contrapartes creyentes. Afortunadamente, algunos ya hemos trascendido a ese dilema.
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Oh, disculpa, no debí meterme en tu diálogo contigo mismo.