Ya sabemos quiénes son los malos

La redundancia de contenidos políticos en las redes sociales está alcanzando un punto en el que el usuario llega a tal agotamiento que acaba adoptando una actitud pasiva respecto a la situación socio-política, e incluso puede acabar mostrando antipatía por ciertas ideas. El grado de retroalimentación necesario para dar validez a los postulados ideológicos propios no es el mismo para cada individuo, ya sea por su capacidad de razonamiento o por sus intereses personales.

Las redes sociales se han convertido en un machaque ideológico constante en el que parece que no hay más actualidad que la que deriva del plano político. Pocos usuarios son más monótonos que aquellos que defienden a capa y espada una ideología, ya sea política o cultural. Los contenidos más visibles en las redes sociales no son aquellos que más interes causan, sino aquellos que ciertos grupos de usuarios comparten constantemente en un intento de reafirmar su condición política e influir en el pensamiento de los demás.

Menéame es un ejemplo de ello. Hay una serie de temas que se repiten de forma cíclica y que adquieren mayor o menor visibilidad en la portada dependiendo de su base ideológica: la corrupción del Partido Popular, los bandazos ideológicos del PSOE, los lazos de algunos dirigentes políticos de Podemos con el gobierno venezolano, los conflictos causados por la inmigración de origen musulmán, los ataques a los colectivos LGTB, los peligros de ciertas terapias alternativas, las miserias de la prensa generalista, etc.

Mal hizo Ricardo Galli y algunos de sus socios en involucrar a Menéame con el movimiento #NoLesVotes y posteriormente con el 15-M. Desde entonces, el agregador se llenó de usuarios muy activos políticamente dentro de ciertos sectores ideológicos, lo que explica la situación de la portada actual y la a veces denominada "línea editorial" del sitio. Daniel Seijo parece estar llevando los asuntos políticos relacionados con la web de otra forma, más discreta y neutra, como el tema CEDRO y la Tasa Google.

Y si observamos los datos, con una media de entre 3.000 y 4.000 visitas por meneo y unas 150.000 visitas diarias a la portada dentro de una comunidad hispanohablante potencial de 600 millones de personas, la insistencia en ciertos contenidos dadas las alternativas de comunicación actuales es ridícula y contraproducente, lo que explica el descenso de visitas en la web. No entro a valorar la corriente ideológica detrás de esos meneos, sino su valor informativo dentro del propio agregador. Nadie necesita que le repitan trescientas veces algo que ya sabe. España caca, PP malo, Carmena es la leche y La Razón basura. Una web con 150.000 visitas diarias no necesita recordar cada dos por tres lo malo que es un periódico que apenas vende 60.000 ejemplares al día.

En contrapartida, la variedad informativa se ve perjudicada y todas las noticias relacionadas con la cultura, la tecnología y el ocio pasan a un segundo plano, lo que también perjudica el aporte a la educación del público potencial. En un sistema que fomenta la participación mediante un beneficio ficticio y más basado en el ego que en verdadero aporte a la web, los subs dedicados a temas no relacionados con la política se ven condenados al ostracismo. Llevar un cambio al plano práctico es complejo, ya que no es sólo el sistema de karma el que penaliza a los usuarios que voten negativo a ciertas noticias que aparecen en la portada, sino la propia comunidad, al achacar intenciones partidistas e ideológicas a esos votos.

En otras redes sociales ocurre lo mismo, aunque según su naturaleza se puede hacer más o menos visible ese contenido. Seguro que todos los que estamos por aquí tenemos a ese amigo republicano acérrimo que no hace otra cosa que compartir noticias sobre lo mal que va España, o a ese amigo feminista cuyas actualizaciones siempre giran en torno a la opresión machista y el abuso de las mujeres. Internet es información pero también es entretenimiento, y no es apetecible sentirse dentro de una barricada las 24 horas del día.

Las redes sociales deben ser como ese grupo de amigos que se juntan para charlar de cualquier cosa. Si eres repetitivo e insistes en charlar siempre de lo mismo, puede que acaben mostrándote la puerta de salida, o puede que te quedes tú sólo en compañía de los amigos que más te aguantan. Si de verdad quieres cambiar algo, haz algo más productivo e ingresa en una asociación o en algún partido político. Cierto que la lucha está en la calle, como se suele decir, pero si hay bancos, parques y bares es por algo. No hay necesidad de convertir toda red social en nuestro sambódromo personal. Por el bien de Internet y de la educación.