Cómo triunfa lo falso

Supongamos que el museo de Tantalia tiene un cuadro atribuido a Goya. Lleva allí desde que lo abandonaron los franceses en su retirada, allá por 1812. Es el principal activo del museo de Tantalia, y van a usarlo como garantía para al ampliación de las instalaciones.

Sin embargo, hay algunas dudas sobre su autenticidad y, el banco, que presta el dinero, pide un peritaje de expertos. Si es auténtico vale 6 millones de Euros. Si no lo es, podría llegar a los 30.000 como mucho.

Analicemos la situación:

-El ayuntamiento de Tantalia está muy interesado en que el cuadro sea auténtico, porque el museo da lustre al pueblo y atrae visitantes.

-El museo de Tantalia está terriblemente interesado en que el cuadro sea auténtico, porque de lo contrario no tardarían en cerrar y se irían todos a la calle, una vez que el museo se volviese irrelevante.

-El constructor que va a hacer la ampliación, así como el arquitecto y los que venden los materiales, están tremendamente interesados en que el cuadro sea auténtico, porque de lo contrario perderán la obra.

-El banco que hace el préstamo, desde el director de la sucursal local al director de zona, etc., están muy interesados en que el cuadro sea auténtico, porque en caso contrario no podrán realizar la operación y perderán sus bonus por objetivos, y el negocio de ese préstamo millonario.

-El tasador del cuadro está terriblemente interesado en que sea auténtico, porque la tasación se cobra a porcentaje sobre el valor de lo tasado.

-Los expertos que lo examinarán están muy interesados en que el cuadro sea auténtico, porque también cobran a porcentaje del valor y porque, en caso de un dictamen negativo tendrán que enfrentarse a multitud de enemigos y a posibles demandas judiciales por daños y perjuicios.

-La galería de arte de Londres que lo subastaría en caso de impago también está interesada en que el cuadro sea auténtico. También van a porcentaje sobre el valor de lo que venden.

¿Quien quiere que el cuadro sea falso?

Nadie. Si es falso, todo el mundo pierde.

Pues pase lo que pase, el cuadro va a ser auténtico.

Cuando os apetezca, aplicad el mismo razonamiento al valor de los pisos que no se venden o a los títulos académicos que imparten algunas universidades.