El confinamiento no existe

Lo siento, amigos, pero el confinamiento no existe. Al menos aquí.

Esa cosa a la que se llamó confinamiento durante tres meses no lo era ni de lejos, y a la vista están los resultados. Se podía haber alargado seis o siete meses más y los resultados serían los mismos, o parecidos.

Durante el confinamiento estaban en la calle los policías, los sanitarios, los trabajadores de las tiendas de alimentación, los transportistas, los empleados de las gasolineras, los servicios de mantenimiento del metro, los de limpieza y recogida de basuras... La lista es interminable y afecta, según he leído, a más de una tercera parte de la masa laboral total.

Esa gente tenía que desplazarse de algún modo a sus puestos, a menudo en transporte colectivo, y a esa gente regresaba a sus casas al final de su jornada, entrando en contacto con más gente.

El confinamiento supuso, como mucho, el aislamiento del 50% de la población, pero no más. La otra mitad de la población seguía en contacto frecuente y directo con el exterior. Por no mencionar que los que permanecían en sus casas tenían que salir a la compra en muchos casos, etc.

Cuando hablamos de confinamiento nos gusta pensar que al gente va a estar aislada durante un tiempo, y que nos referimos a una cifra abrumadoramente mayoritaria, pero no es así. Se trata, como mucho, de una reducción de los contactos que produce una reducción de los casos, tan puntual como el encierro mismo.

Si queremos confinamiento, tiene que ser al estilo chino: todo dios en sus casas durante semanas o meses y un servicio muy limitado de emergencia que reparta comida a domicilio, mientra la policía y los sanitarios siguen en sus puestos. Y aún así, eso es posible en una ciudad, manteniendo al resto del país como retaguardia aprovisionadora de esa ciudad, pero no con un país entero.

Lo otro, lo que se hizo y lo que algunos piden, es un acto que no concuerda con la definición que se le da. Porque hay que hacer el pan, porque hay que producir la carne, la leche y el pescado y transportarlos, y luego distribuirlos. Porque hay que recoger los residuos. Porque esperamos que la electricidad funcione, y funcione el gas, y el agua, y sobre todo internet.

Porque cuando echamos cuentas de lo que consideramos básico e irrenunciable nos salen unas cifras que no queríamos mirar.

¿Cuánto creéis que aguantaríamos en un confinamiento verdadero, con todo el mundo en casa?

Esa es la pregunta.