El factor troll

Hablaba el otro día en un artículo de que España podría llegara alumbrar, como Italia, un movimiento cinco estrellas que aglutinase el descontento con la clase política. Aquí no tenemos humoristas de talla pública, aunque sí de talla profesional, así que siguiendo mi propia broma propuse a José Sacristán, Pérez Reverte, y la Reina Sofía como líderes de ese movimiento que descabalgase a los políticos tradicionales de su burra. Uno cualquiera.

¿Pero sabéis que ocurre? Que lo he pensado mejor y no creo que en España haya personajes realmente transversales. Espero que salga alguno por aquí y me demuestre que estoy equivocado, que puede haber personas que mantengan un cierto prestigio sin haberse manchado en el barro político. ¿Quién coño nos queda?

¿Quién hay en Cataluña que no haya tenido que mancharse en urnazos y Tabarnias? ¿quién hay en mi León querido, o en la Madrid que mide todas las cosas por su berza de Iridio-Platino?

Aquí, para ser alguien, hay que formar parte de una camarilla, y quien forma parte de una camarilla se retrata. No hay personajes transversales, porque no somos transversales. Somo, como mucho, apaisados, o quizás horizontales. Pero sólo eso.

Cuando nos cabreamos votamos a Chikiliquatre, o como cojones se escriba, para un concurso de canto, y con eso damos por consumada la revolución. ¿Pero qué personajes independiente podría encabezar un Gobierno de unidad que resolviese algunas cosas antes de volver la rutina de los majaderos? ¿Dónde están nuestro Mario y nuestro Sila?

No los conozco. No se me ocurren. Nuestra especialidad es silbar al aplauso, destruir al que despunta y dar por culo al que estudia, llamándolo empollón y cubriéndolo de collejas si es posible.

El factor troll podría salvarnos, pero los trolls, los que necesitamos, están en otras guerras. O en otras mierdas. O se la cascan mientras los demás nos cabreamos.-

Sabia política.