Hola soy Darth Vader, pregúntame:

Y aquí es cuando Darth Vader vuelve a casa del trabajo, con cara de culo, cara de haberlo visto todo y más. Conduce su nave de última generación. Tiene todo lo que quiere y más. Vive bajo una calma extrema, no hay emociones, producida por un control abusivo pero en todo caso deseado. Solo un control mental de astronauta podría sobrellevar una vida así.

Pero hoy está harto, harto de sus trabajadores incompetentes. Él piensa así: El problema es que son mercenarios. Deberíamos implantar nuestros ideales desde la raíz, hacer crecer al árbol en la dirección que queremos. Una vez que el tronco sea grueso nadie dudará de si la posición es correcta, y lucharán a nuestro lado. La gente no es tonta, pero solo alguien como yo podrá guiarles. Mentor de mentores y encima vaya culito gasto.

La nave acelera inesperadamente y eso no significa otra cosa que estamos llegando a casa. Darth vive en un agujero negro, odia la luz y los colores. No hay más colores que el negro piensa. Fácil es llegar, lo difícil es salir, y no porque se le peguen las sábanas.

Tiene a su cargo a los mejores científicos del universo, esclavos del generoso salario y la consiguiente fama. Está generación no conoció el bien, son productos directos de las acciones de DV, son gobernados por ideas que no pueden refutar, aun siendo científicos no las ven.

Seguimos y es que Darth Vader entra en casa, Darth Chacha ha preparado su plato favorito: albóndigas requemadas. Un poco de mal para el cuerpo siempre reconforta.

Come con cara de pocos amigos jedis y se va a su habitación al son de la marcha imperial estilo Bossa Nova. En su intimidad se quita el casco, el cual lleva el 46 de Valentino. Y aunque el italiano no haya nacido tiene TV Ages con cámaras frigoríficas allí donde la razón no puede llegar.

Vader en gallumbos, se lía y enciende un cigarro y empieza a darle al coco, quiere organizar sus ideas: Tesis de cabeza, el Mal. Bien, no, bien no, mal. A ver que me concentre... El Mal fluye en mí, en todo ser y objeto. Todo está vacío, el Mal delimita todo, solo ilusiones producidas por su poder, no hay que fiarse ni del Mal, bueno sí del Mal sí. Yo creo en él y él me corresponde nombrándome su representante y defensor. ¿La rebelión? Que pretenden joder…  Todo va bien. ¡Coño! Pero no puede ir bien, qué pensaría el Mal…

Ahí es cuando irrumpen en su cabeza unas negritas bailando cumbia, sonriendo tiernamente, y moviendo las caderas haciendo que Vader se olvide del Mal y su puta madre. Todo esto acabaría con la victoria rebelde, solo posible a una causa de este estilo. Interna.

Darth coge la Blackguitarra y empieza a cantar una vieja canción que le cantaba su abuela, una lagarta de 4 metros. La canción se titula: “Quién fuera un escarabajo pelotero”, esparadrapo, es para abajo, es un atajo para el cerebro, eh.

El perdido idiota cae rendido en sueños, un bicho negro le da vueltas, el disfruta, se siente querido. Rápidamente se despierta asustado, era una pesadilla… Sentirse querido, que es eso!

Aunque puede que Vader tenga razón en que deseamos ser queridos porque no sabemos querernos a nosotros mismos. Puro teatro, vaya teatro de mundo, que risa. Mr Oscuro se pone de nuevo el traje, ya basta de tonterías, y además si no tengo ni brazos ni piernas, sino puedo respirar sin él. Puro teatro.

Su mentor le vendió la idea, su mentor no cree, solo es Maquiavelo en versión mágica y con tanta ambición que podría llenar la casa de Darth, el Agujero Negro Village… Vader se siente aturdido, nada encaja, pero el ego hace de barrera, la lógica contrarresta y el partido de tenis mental no ha hecho más que comenzar.

La última vez que vio un amanecer se corrió de placer, pero hizo que le borrasen ese húmedo recuerdo. La mentira es la valla de la finca, delimita. Darth tiene los ojos verdes, nadie lo sabe. En su tiempo fumaba hierba del mismo color. Ahora lee en la terraza, “ Como ser un buen Sith” de Ilia Sith la 3! Edición...