Movilidad y sesgo en el debate

En las siguientes ciudades españolas hay actualmente metro:

  • Alicante (metro-tranvía) (331.000 habitantes)
  • Barcelona (1.610.000)
  • Bilbao (345.000)
  • Madrid (3.170.000)
  • Palma de Mallorca (403.000)
  • Sevilla (691.000)
  • Valencia (790.000)
  • Málaga (569.000)
  • Granada (235.000)

En total, unos siete millones y medio de personas disfrutan de este servicio, aunque todos sabemos que su alcance, frecuencias, densidad etcétera son muy dispares según las ciudades. De hecho, decir que todos los habitantes de la ciudad que tiene Metro pueden usarlo es ya en sí una barbaridad.

¿Cómo es posible entonces que en todos los debates se termine hablando del Metro? ¿No será que nos estamos comiendo, también a nivel intelectual, el supremacismo urbanita de anteponer sus problemas y sus hábitats a los demás?

Los políticos viven en las grandes capitales y legislan para ellas. Y así, resulta que las trabas al vehículo privado en Madrid, que pueden ser necesarias, se convierte en trabas a la movilidad en Puebla de Sanabria, donde no hay Metro, ni tranvía, ni autobuses urbanos, ni piernas para la bici, ni cojones para circular en patinete.

El aumento de las frecuencias de los trenes subterráneos, seamos serios, se la trae al fresco, como poco, al 78% de los españoles. La contaminación excesiva nos preocupa a todos, pero en Benavente no es lo mismo que en Madrid, y en Palencia capital, no es igual que en Bilbao metrópoli.

Las trabas y las limitaciones van a molestara todos, pero sólo van a suponer una mejora en la vida de una minoría.

El político que se dé cuenta de ello y explote esa brecha, a lo mejor da una sorpresa.