Rap, Reggaeton y República

A veces la razón y la estética no se llevan. ¿Qué le vamos a hacer?

Yo, que sería una republicana de corazón, no puedo apoyar semejante opción por la clase de gente con la que tendría que juntarme para ello. Me podría gustar también el Rap, y no iría a un concierto de rap sólo por no tener que mezclarme con según qué gente.

Lo mismo me pasa con el reggaeton, que no me gusta, pero que me produciría el mismo sarpullido de cadenas de oro, canis repeinados y gentucilla envanecida de hormonas almizcleras.

No apoyo la república por la cantidad de gente fea, torva y exaltada con la que tendría que codearme para conseguir un fin que sospecho fin de otros, objetivo de otros, paso previo al no sé qué, preámbulo del nosecuántos y antesala de un nuevo régimen que sospecho salmoneloso y diarreico. Y tampoco es que apoye la monarquía, pero como es lo que hay y no hace falta hacer nada para tenerla, me apunto al teorema del vago: que se quede como está, que eso no da trabajo.

Hay entre los republicanos españoles demasiadas rastas mugrientas, demasiados coños parlantes, demasiados puños alzados y demasiados forenses en excedencia. Hay entre los republicanos españoles demasiados pitos afinados por un cura, demasiadas arpas encordadas por las monjas, demasiados funcionarios progresistas empadronados en urbanizaciones con piscina y con jardín. Rencor de clase, en suma, sobre todo a la clase propia.

Hay entre los candidatos a presidir esa eventual República demasiados expresidentes chungos, exministros de puerta giratoria y senadores de cementerio de elefantes. Hay demasiados jueces de los de Quevedo, de aquellos del ungüento milagroso, que les untaba las manos para ablandarles el corazón. Demasiados académicos, demasiados estrellines televisivos, demasiadas Belenes de Sálvame, para no sospechar que acabaría de Presidente de la República cualquier Chikilicuatre perreador

Que no, que paso. Y si el Jefe del Estado es un gilipollas, prefiero, como ahora, que no sea culpa mía. Decir que me lo pusieron, que no lo voté, que a mí qué mierda me cuentan. Total, para un búcaro decorativo, que lo elija la Gracia de Dios si le aviene y no tiene cosa mejor que hacer. A mí me importa una leche.

Pero todos esos cutres no. Para ir a un concierto de rap o reggaeton, mejor quedarse en casa.