Sobre musas y campos de nabos

No suelo escribir un artículo de opinión comenzando por contextualizar su contenido, pero esto es E̶s̶p̶a̶r̶t̶a̶ Meneame y viendo como está el patio, considero que una pequeña introducción sobre mi posición personal sobre el tema feminismo es más que apropiada.

Para empezar, más allá de las diferencias anatómicas y culturales, creo en la igualdad de género. No hace falta demostrar que (dejando a un lado cosas como levantar una piedra de 80 kilos mientras la vena de la frente te explota) tanto mujeres como hombres somos capaces de llevar a cabo prácticamente los mismos objetivos. Además, la prueba irrefutable de igualdad entre sexos es que todos somos igual de gilipollas.

Y dicho esto, repasemos muy por encima un poco de historia para entender el suceso final acontecido hace unas semanas en Barcelona.

Mucho se ha estudiado sobre la representación femenina en el arte a lo largo de los siglos. Desde el arte cicládico o egipcio, donde la figura de la mujer representaba la fertilidad y los aspectos positivos de la existencia humana, hasta el periodo clásico donde griegos y romanos plasmaron en sus esculturas y mosaicos la figura de la mujer como divinidad inspiradora de las artes para unas cosas y esposas fieles que cuidaban a sus familias que tejían bonitos ropajes para otras, según les viniera.

Siglos después llegó la Edad Media y la mujer ya era una especie de víbora del averno. La iglesia despojó lo poco que quedó de esa idealización de la mujer de gran Diosa poderosa, que se cree que había existido desde el paleolítico y se sacaron de la manga historias aberrantes que por alguna extraña razón la gente se tragó. Que una tal Eva la lió comiéndose una porción de fruta... Que si Dios es un tipo barbudo con anemia... Hasta había una Ley Hebrea que decía que si una mujer violada estaba casada o prometida, sería condenada a muerte, siempre y cuando la violación no fuera cometida por una paloma.

Con este ambientazo no sorprende que en la Edad Media la figura femenina en el arte acabara relegada al ámbito religioso, o mejor dicho propagandístico. Pues la mayoría de las obras de este periodo se inspiran en acontecimientos bíblicos donde la mujer se representa o bien como santísima virgen purísima o bien como pecadora de la pradera. No me hubiese gustado ser artista por aquella época, más que nada porque solo dibujo pollas voladoras.

Durante los siglos XV y XVIII, durante el Renacimiento y el Barroco se perdió gran parte de ese olor a rancio de las obras religiosas y la figura femenina recuperó aquella imagen de grandes Diosas poderosas. Volvieron los desnudos y la técnica tanto pictórica como escultórica alcanzó cotas de calidad que aún hoy son difíciles de superar (En mis sueños húmedos Caravaggio pinta la túnica de San Jerónimo con las entrañas licuadas de Jackson Pollock). En fin, que me voy del tema. Podríamos pensar que durante esta gran época artística, el papel de la mujer en el arte mejoró notablemente, pero si observamos las obras sin el prisma del fanboyismo cultureta podemos observar detalles como por ejemplo que prácticamente la totalidad de las mujeres representadas en los cuadros son pibones con grandes caderas, bellísimas y delicadas. Y no debería haber ningún problema salvo porque podemos encontrar miles de pinturas donde aparecen hombres rudos, feos, deformes y enfermos. Y esto, más allá de la razón genuina de aquellos artistas, se llama idealización y perdura hasta hoy. Lo podemos ver en cualquier parte, desde la valla publicitaria de enfrente de tu casa hasta en las miles de tias que hay en Instagram hasta arriba de Botox y con las tetas de goma.

Pero estamos hablando de arte, no de selfies de ególatras retrasados. Hoy en día el mundo del arte no tiene nada que ver con las épocas mencionadas anteriormente. Hay personas de ambos sexos con un talento impresionante que tienen y han tenido acceso a las mejores escuelas de arte del mundo. Un panorama muy diferente al pasado, donde hasta bien entrado el Renacimiento era difícil encontrar mujeres artistas, y si las había provenían de la clase alta de la sociedad. Hoy cualquier persona puede hacer el arte que desee libremente.

Le robo un segundillo el recurso de voz cursiva a Jordi Pereyra de Ciencia de sofá:

¿Entonces? ¿Cual es el problema? ¿Porque me cuentas toda esta parrafada que ya sabía?

Echadle un vistazo a esta imagen:

Se trata del jurado del 11º concurso internacional de pintura y escultura Figurativas 2021. Para los que no lo sepáis, este concurso es uno de los más importantes del mundo. Lo organiza el MEAM y participan artistas de todo el planeta. Si te haces con el primer premio tu prestigio sube como la espuma y ya puedes cobrar por tus cuadros varios miles más porque de pronto eres más guay.

Muchos conoceréis a algunos de los presentes en la imagen (Ojo al tentempié que están liando los pájaros). Tenemos al famoso Antonio Lopez, Tomas Paredes, presidente de la Asociación Madrileña de Críticos de Arte, Jose Enrique González, un pintor regulero que comercia vendiendo prints de otros artistas. Jordi Diaz Alamà, director de la Barcelona Academy of Art. Y el resto son pintores y coleccionistas con cierto renombre. Personas que bueno, tienen el perfil adecuado para ejercer de jurado en un concurso como este. Probablemente habrán elegido a los más capaces, como debe de ser. En cualquier caso, cuando busqué información sobre los miembros del jurado me di cuenta que entre ellos había una mujer, la artista figurativa Emma Hopkins. Viendo imágenes pensé que la casualidad había hecho que el fotógrafo, accidentalmente, solo fotografiara los instantes que ella había ido al baño o algo así. Pero después de mucho buscar tuve suerte y encontré la foto con el jurado al completo:

A ver, no sé si habéis oído hablar del machismo positivo. Estoy seguro que ella llegó la última y alguno de estos caballeros no se atrevió a cederle el asiento por miedo a ofenderla. Por cierto, el fotógrafo está a punto de tirarse por la ventana para no pillar el Covid. Se ve que el jurado también tomó la difícil decisión de que mascarilla mis huevos morenos (disculpa Emma).

En fin, cosas que pasan. Vamos con la obra ganadora:

Vaya, una moza en pelotas. No me lo esperaba. Hay que reconocer que tratándose de arte figurativo no iba a ganar un bodegón lleno de hortalizas y perdices por ahí colgando. De todas formas, aunque la iluminación y el encuadre de la obra sugieran lo contrario, ya no estamos en la Edad Media y es muy posible que lo haya pintado una mujer, ¿no?. Ya os imagináis la respuesta.

¿Huele raro, o me lo parece a mi? Veamos que pasó en las ediciones anteriores:

En las ediciones anteriores vemos exactamente lo mismo, pinturas realizadas por hombres de mujeres desnudas o envueltas en látex elegidas por un jurado enteramente masculino.

Podemos sacar las conclusiones que queramos sobre lo expuesto aquí. Alguno echaréis mano del argumento del heteropatriarcado opresor, otros quizás penséis que simplemente han venido las cosas así y bueno, lo de la paridad es una soplapollez. Y bueno, en lo de la paridad estoy de acuerdo. Pero lo que veo aquí es una especie de tufo a viejuno. No sé si es machismo o algo fortuito fruto del azar, solo sé que hay una barbaridad de tias con un talento asombroso, que están ahí, no están encerradas en un taller firmando sus cuadros con un pseudónimo masculino. Y me chirría bastante ver cosas así cuando no hay razón lógica para ello, hay pintoras españolas que dejan a Antonio Lopez a la altura del betún.

Lo peor de todo es que estoy seguro de que la próxima edición habrá más mujeres en el jurado y es muy probable que gane una mujer. Y no ocurrirá de forma natural, será fruto del revuelo que se está armando con este tema.