Voto estratégico de izquierdas

Saludos, lector. Lo primero que quiero pedirte es que, si eres votante de derechas, ignores por favor este texto, ya que no va dirigido a ti. Sin embargo, si eres votante de izquierdas, me gustaría que siguieras leyendo para ver lo que tengo que decirte.

Estamos acostumbrados a pensar que el voto debe ir directamente al partido que defiende la ideología y propuestas políticas más cercanas a nuestras convicciones. En realidad, esto no tiene por qué ser así y, de hecho, votar de esta forma puede llevarnos a la desesperanza. Esto ocurre porque los partidos, en su competencia mediática por el voto, se permiten transmitir al electorado falsas promesas e incluso mentiras. Por tanto, si queremos que un partido de izquierdas capaz de alcanzar el gobierno lleve a cabo las medidas más propiamente izquierdistas de su programa, debemos presionarle efectivamente para que lo haga y no se amilane frente a los poderes económicos.

Veamos el caso concreto de España.

En nuestro país, la gente de izquierdas está acostumbrada a que el PSOE defienda propuestas económicas de izquierdas cuando está en la oposición y se pliegue a los criterios de las grandes empresas y bancos cuando llega al gobierno. Esto cambió ligeramente la última legislatura, pues el PSOE de Pedro Sánchez aprobó, al menos, una subida del salario mínimo como ninguna otra anterior en nuestra democracia. ¿Por qué ocurrió esto? La razón es que el PSOE se vio forzado a negociar con Podemos un paquete de medidas sociales, pues sin el voto de los diputados de Podemos el PSOE no podía aspirar a sacar adelante ninguna propuesta, y mucho menos los presupuestos generales del estado. Es decir, pudimos comprobar que el PSOE solo materializa las medidas económicas de izquierdas cuando le presionan desde la izquierda. Y lo hace a regañadientes.

¿Qué podemos hacer entonces con nuestro voto? Si somos votantes habituales del PSOE o es el partido que nos parece más cercano a nuestras ideas (quizá porque no nos gustan algunas de las medidas más polémicas de Podemos), debemos considerar seriamente nuestro voto al PSOE. Para hacer que el PSOE se acerque a lo que dice ser, los votantes necesitamos desplazarlo de la órbita del poder económico y forzarlo desde la izquierda. La opción racional, por tanto, es votar a Podemos. En ese caso, el voto a Podemos no sería un voto por puras convicciones, sino un voto estratégico con poco riesgo. Asumiendo de partida que Podemos no ganará las elecciones, no resulta arriesgado para un votante del PSOE votar a Podemos. Por un lado, las medidas más polémicas de Podemos no se llevarán a cabo y, por otro lado, el PSOE tendrá la excusa de la presión por la izquierda para justificar sus decisiones frente a sus oligarcas orgánicos asentados en el IBEX 35.

A la dirección del PSOE le encantaría pactar con Ciudadanos, y lo ha expresado en varias ocasiones, incluso recientemente. Sus oligarcas tradicionales, como Felipe González y otros de su camarilla, aborrecen a Podemos y tratan por todos los medios que Sánchez se entregue sumisamente a Rivera. Sin embargo, según las encuestas, hay el doble de votantes del PSOE que apoyaría un pacto con Podemos frente a uno con Ciudadanos. Parece claro que tenemos que vencer esa tensión interna del PSOE y forzar a sus dirigentes a que tomen medidas económicas de izquierdas de una vez por todas.

Está en nuestra mano.