En los últimos años hemos sido testigos de un gran cambio en el mundo seriéfilo, y no me refiero sólo a la enorme cantidad de estrenos o a las nuevas formas de consumo, sino a uno muy agradable y necesario, al menos para mi corazoncito feminista: la aparición de grandes personajes femeninos. Muchos y variados. Mujeres reales, con una existencia más allá de sus parejas o sus hijos, que no responden a unos cánones de belleza específicos, con profesiones, inquietudes, sueños, ideales, defectos, inseguridades…en definitiva, mujeres.